Existen muchos objetos fabricados para cumplir diversas tareas y que llegan a tener una duración prolongada, dependiendo de la frecuencia con la que los usemos, por lo que no es necesario comprarlos constantemente; sin embargo, al ser desechados, afectan de forma directa al medio ambiente.
Los encendedores son productos de gran ayuda para encender estufas, velas o boilers, entre muchas otras cosas. Desafortunadamente, al finalizar su ciclo de uso, son desechados y la mayoría de estos, al tratarse de materiales plásticos, contaminan el planeta, ya que su permanencia en entornos naturales suele ser de, aproximadamente, cien años.
Además de su compuesto de plástico, el gas líquido que contiene dificulta que los encendedores sean reciclados, haciendo más difícil combatir la gran cantidad de estos que se tiran a lo largo de todo el año. Artículos como estos, que son desechables debido a su composición, son muy difíciles de biodegradarse.
Si un encendedor es usado de manera frecuente, su tiempo de utilidad llega a ser, aproximadamente, de dos meses; además de que al convertirse en desechos que terminan en áreas naturales o mares, acumulan residuos del gas contenido, lo que ocasiona que al entrar en contacto con la naturaleza intoxique todo lo que haya a su alrededor.
Actualmente, esta clase de productos son difíciles de reciclar, pues aún no existen versiones amigables con el medio ambiente. Sin embargo, ya existe la posibilidad de obtener encendedores recargables, los cuales duran mucho más tiempo que los convencionales. Otra alternativa es sustituirlos por cerillos, que en su mayoría son menos contaminantes, y algunos utilizan materiales reciclados para su fabricación. Los cerillos hechos con este tipo de materiales tardan, aproximadamente, un mes en degradarse; además de que su precio es menor.
Ayudar a nuestro planeta requiere llevar a cabo pequeños cambios en nuestro estilo de vida y dejar de utilizar materiales que contaminan, buscando opciones que no afecten el medio ambiente.