A medida que avanza la pandemia del coronavirus, la Tierra ha experimentado un respiro a causa de las bajas emisiones de CO2 en algunos países del mundo (siendo México una de las excepciones); sin embargo, tras la reincorporación de actividades económicas, la demanda de mascarillas se ha incrementado de forma exponencial, en tanto solo un mes China exportó más de 4 millones de crubrebocas.
La consecuencia del retorno de actividades y la ausencia de una vacuna prometedora que se lance al mercado durante los próximos meses, ha traído una nueva amenaza mundial: miles de mascarillas que invaden los vertederos y océanos de todo el mundo, provocando una vez más la alteración de los ecosistemas orientados a su destrucción.
Ante esto, la asociación francesa Operación Mar Limpio advierte que esta situación es nueva para el mundo por tratarse de mascarillas, aunque es reflejo del mismo retroceso donde se acumulan los desechos plásticos, producto de una cultura mundial de “usar y tirar” agravada por una tasa de reciclaje poco significativa.
“Esto es excepcional, nunca habíamos encontrado un guante o un cubrebocas en el océano, pero es una realidad desde que la gente comenzó a salir de sus casas portando mascarillas, las cuales tiran al piso. Esto lo comenzamos a ver desde hace un mes y es un nuevo tipo de contaminación”, refirió Laurent Lombard de la Asociación Operación Mar Limpio.
Sin embargo, ¿qué podemos hacer para contrarrestar este tipo de contaminación? La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) recomienda que una vez usada la mascarilla se debe cortar en pedazos y ser colocada en una bolsa, a pesar de que esto evita que el coronavirus se propague, continúa reforzando los desperdicios plásticos.
Si bien una mascarilla promedio tiene un peso de 30 a 150 gramos, dependiendo del modelo y las capas que incluya, cada mexicano (que labore cinco días por semana) estaría desechando en promedio más de un 1 kilo de mascarillas cada dos semanas, más los 14 kilos que produce cada habitante. No olvidemos que, México arroja aproximadamente 1.2 kg de basura por habitante al día.
Este es un problema que se replica en América Latina y el Caribe pues es una región que cada día produce 541,000 toneladas de basura, de las cuales el 90% no se recicla. Para 2050 se espera que este problema aumente un 25%, de acuerdo con la Perspectiva de la Gestión de Residuos en América Latina y el Caribe, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Uno de los aspectos más preocupantes es que una tercera parte de los desechos, que equivalen a 145,000 toneladas al día, acaban en vertederos, representando no solo problemas de salud para los trabajadores, sino provocando la contaminación del agua, la emisión de gases tóxicos y gases de efecto invernadero, así como la contaminación de los suelos, que afectan a su vez al sector alimentario y turístico.
Esto es un claro ejemplo de que el sistema de reciclaje de México y América Latina está rezagado y ahora, con un aumento exponencial de mascarillas, es probable que el 90% de estos terminen en vertederos o incluso en el océano. Ante esto, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) aconseja no tirarlos en la calle sino en un centro de reciclaje, de lo contrario 10 millones de mascarillas estarían en el medio ambiente cada mes.
Una mascarilla tarda más de 400 años en desintegrarse y si se encuentra en el mar no solo amenaza a las especies como peces, medusas y arrecifes de coral, sino también a la vida humana. Hasta que la protección del medio ambiente no sea una prioridad y no se mejore el sistema de tratamiento de los desechos, no se podrá garantizar el bienestar humano, la salud, ni mucho menos el futuro.