Para África, la emergencia climática no representa una amenaza por venir, sino una crisis que ya está golpeando a millones de personas, a menudo con consecuencias catastróficas.
Las sequías prolongadas; el avance de los desiertos; el aumento de la temperatura en el océano; mayor variabilidad de lluvias; y la multiplicación de fenómenos meteorológicos extremos como ciclones e inundaciones están dejando sus cicactrices a lo largo y ancho de este continente.
“Si bien, muchos de estos fenómenos meteorológicos extremos no son una novedad en África, la crisis climática está aumentando tanto la frecuencia como su intensidad, dejando consecuencias sin precedentes”, señala la doctora Linda Orgallo, del Centro de la Autoridad Intergubernamental sobre el Desarrollo.
“África es, sin duda, el continente más afectado por la emergencia climática; debido, principalmente, a su escasa capacidad para hacerle frente o adaptarse a los impactos que deja…La mayoría de las comunidades dependen de la agricultura, pero al carecer de sistemas de alarma y no contar con la infraestuctura correcta, es imposible que resistan este tipo de golpes”, añade.
Tristemente, África lleva todas las de perder, y los escenarios que pronostican organizaciones como el Banco Mundial no son para nada alentadores. Incluso si se pusieran en marcha medidas urgentes para mitigar los efectos del calentamiento global, los fenómenos climáticos obigarían a decenas de millones de habitantes africanos a abandonar sus hogares durante los próximos 30 años.
“Las medidas que tomemos de ahora en adelante sólo podrán reducir un poco los daños del cambio climático. Nuestras acciones no impedirán el desastre. La inmensa mayoría de los gases contaminantes provienen de los países más desarrollados, por lo que el futuro del planeta está en las manos de esas naciones”, finaliza Orgallo.