La contaminación del aire no sólo contribuye al cambio climático, sino que también está produciendo depresión en las personas aparentemente sanas.
Este fenómeno se aprecia con más fuerza en las ciudades densamente pobladas, con una alta demanda de movilidad. Al inhalar partículas suspendidas que contribuyen a la contaminación del aire, un nuevo estudio sugiere que el cerebro humano reacciona defensivamente.
Sin embargo, este mecanismo no sólo opera a nivel orgánico, ya que también tiene repercusiones en la salud mental de las personas; una de ellas es mayor índice de padecer depresión.
Y es que el hartazgo que genera estar muchas horas encerrado en el tráfico no parece ser la única razón por la que la gente padezca este trastorno en las ciudades. Por el contrario, la contaminación por partículas suspendidas incide directamente en la composición del aire natural en las principales capitales del mundo.
De acuerdo con el Lieber Institute for Brain Development (LIBD), los gases emitidos por la quema de combustibles fósiles provocan que la salud mental de los habitantes se debilite.
“Al entrar en contacto con el polvo, la mugre y el humo de las grandes urbes, el organismo intenta defenderse. Cuando se inhalan, pueden causar serios problemas de salud ya que pueden penetrar profundamente en sus pulmones; incluso, por medio del torrente sanguíneo, son capaces de ingresar a otros órganos vitales”, advirtió Hao Yang Tan, líder del estudio.
Para la investigación se consideraron a 350 habitantes sanos de Beijing, capital de China, todos ellos en edad adulta. Después de analizar su información genética, Yang Tan y su equipo los observaron durante seis meses, en los cuales interactuaron con la contaminación de la ciudad. A la par, realizaron escaneos cerebrales para ver cómo respondían las regiones del cerebro asociadas a la cognición y los sentimientos.
Finalmente, los científicos demostraron que existe una relación evidente entre un entorno contaminado y las afecciones mentales que presentaron los voluntarios.
“A partir de nuestros resultados, estamos seguros de que este fenómeno provocará que más personas padezcan depresión en regiones muy contaminadas…Si bien es cierto que el factor genético es determinante, la inhalación constante de aire contaminado afecta la manera en que se establecen conexiones neuronales”, concluyen los autores.