La intensidad y duración de los tradicionales colores del otoño en las hojas de árboles caducifolios depende de factores sensibles como la reducción de la luz del día y el descenso de la temperatura que acompañan a esta temporada del año.
Como sabemos; cada otoño, los árboles caducifolios ponen en marcha un proceso conocido como “abcisión”, en el que la fotosíntesis se detiene y las venas que distribuyen los nutrientes del árbol se cierran, provocando la aparición de un capa de células que separa a las hojas de las ramas, forzando así su caída.
Dicho mecanismo, combinado con la ausencia de la clorofila, provocan la aparición de pigmentos que se mantuvieron “encubiertos” por el color verde tradicional, dando lugar tonalidades ocre, rojizas y amarillas, características de la estación.
Sin embargo, una nueva investigación ha revelado que la crisis climática actual y el aumento de la temperatura global cada vez más amenazan la llegada de los colores del otoño.
El estudio publicado en la revista Annals of Botany fue realizado con la intención de determinar los cambios en la coloración de los árboles en el otoño. Para ello, los investigadores analizaron datos recabados de los años 1993 a 2010 en Estados Unidos, Europa y Japón sobre los días exactos y factores que intervienen en un follaje intenso.
Tomando en cuenta variables como la duración del día, latitudes, precipitaciones y variaciones en la temperatura; el estudio concluyó que las temperaturas de octubre resultan clave para la aparición del follaje de otoño. Un ejemplo de ello es que las áreas ubicadas al norte sentirán los efectos del cambio climático más severa y rápidamente que las de latitudes en el sur, de modo que la duración de las tonalidades de las hojas podría ser cada vez más breve.
Otro riesgo para los colores del otoño asociado a la crisis climática es el aumento de la intensidad en las sequías estivales, que podrían marchitar las hojas de árboles caducifolios meses antes de la llegada del otoño.
Y aunque hacen falta más análisis para conocer más sobre la capacidad de los árboles caducifolios para adaptarse a un “mundo más caliente”, el trabajo sugiere que dichos cambios podrían estar ocurriendo demasiado rápido para cualquier especie.