Tras la caótica anulación del Gran Premio de Australia, en marzo, la Fórmula 1 cambió radicalmente con respecto a la pandemia del nuevo coronavirus, al punto que regresará este fin de semana en Austria con una organización casi militar del paddock.
Cuando los monoplazas se enfrenten en el Red Bull Ring de Spielberg, este domingo, sin público y con efectivos reducidos, todo el personal implicado estará sometido a un protocolo sanitario y a un "código de conducta" estrictos, con tests regulares obligatorios, control de temperatura, con las relaciones entre escuderías reducidas al mínimo, uso de mascarillas, distancia social, seguimiento de los contactos, entre muchos otros.
Tras muchas discusiones, las autoridades austriacas dieron oficialmente el visto bueno el 30 de mayo, antes de que la Federación Internacional del Automóvil (FIA) ratificara su proyecto el pasado 19 de junio. Pese a la cascada de anulaciones, Formula 1 espera poder organizar un Mundial con entre 15 y 18 carreras hasta el final de la temporada.
"La situación es diferente en las distintas partes del mundo, y creo que el hecho de que estemos dispuestos a aceptar carreras sin público nos ha dado más posibilidades", estimó Ross Brawn, director general de la F1.
Otras siete carreras están previstas para el verano europeo, aunque no se ha oficializado nada aún, pero se espera que el campeonato pueda continuar en Asia y América, antes de terminar en Oriente Medio a mediados de diciembre, pese a que los organizadores son conscientes de que atravesamos un periodo de incertidumbre.
"Tenemos que examinar cada escenario y desarrollar todas nuestras ideas por adelantado, como los equipos que preparan las estrategias de carrera varias semanas antes, en la fábrica, y nosotros aprendemos en cada carrera", añadió Brawn. "Es la naturaleza de la Fórmula 1. Es un planteamiento muy militar", concluyó.