El día de ayer, domingo, navegaba por Facebook, cuando en un post de mi amigo y colega Erick Reducindo me encontré con la imágen de un señor, que aunque no le veía hace años, era imposible no reconocer. Delgado, cabello un tanto largo y lasio... Simplemente el hombre más alto que jamás conocí.
Enseguida, cambió el semblante en mi rostro cuando leí el comentario que decía:
"El baloncesto mexicano está de Luto, falleció Antonio Reyes, ex seleccionado nacional, miembro de la directiva y también coach de los extintos Volcanes del Estado de México".
-¿De verdad había pasado tanto tiempo?, pensé.
Pero no, apenas tenía 58 años. Ustedes nos están para saberlo, ni yo para contarlo, pero tuve la oportunidad de encontrarme con él cuando yo apenas tenía 8 años de edad. Alguna vez antes de engañarme como futbolista, lo hice como basquetbolista...
Llegué a mi primera concentración en selección infantil para el estado y nos lo presentaron a él, Antonio Reyes, ex seleccionado nacional (15 años dentro de los 12 guerreros), compañero de Eduardo Nájera y quién a partir de ese momento se convertiría en uno de los coaches.
No lo podía creer entonces, tampoco ahora. Porque para mí el mayor legado de "Toñito" Reyes como deportista no está en su trayectoria como uno de los líderes en selección mexicana, ni como directivo o coach en la historia del baloncesto profesional para el estado.
El conocer a "Toñito" Reyes se convirtió no solo en la primera experiencia semiprofesional en mi vida, sino en la primera vez qué alguién me demostró que los límites están en la mente, que los récords están para romperse y sobre todo, no importa que nadie lo haya hecho antes... Tú puedes ser el primero.
Como conmigo, Reyes invirtió gran parte de su vida en formar mentes positivas en varias generaciones de niños y adolescentes , no solo en el Estado de México, sino en el país.
Ese era "Toñito" Reyes, ese es su legado.