El Telescopio Espacial James Webb no pierde el ritmo y una vez más nos ofrece imágenes increíbles del universo que nos rodea. Esta vez su mirada se dirigió hacia Casiopea A, un remanente de supernova que explotó hace unos 11,000 años y perteneciente a la constelación de Casiopea, uno de los objetos más estudiados del universo, observado por numerosos telescopios como el Hubble, el Spitzer y el Chandra.
Chandra y Webb unen fuerzas
Precisamente este último, el telescopio orbital de la NASA para la observación del cielo en la banda de rayos X, lanzado al espacio hace casi 25 años (el 23 de julio de 1999), ha proporcionado los datos que han llevado a los investigadores a descubrir nuevos detalles sobre algunas estructuras presentes en los restos de esta supernova.
En particular, las nuevas imágenes proporcionadas por James Webb pueden haber resuelto uno de los misterios de Cassiopeia A: el origen del famoso Monstruo Verde, una especie de anillo de luz verde que aparece en la cavidad interna del remanente de supernova.
Las imágenes adquiridas por Webb parecen confirmar un modelo teórico anterior, de hace algunos años, que vería en el monstruo verde la reciente interacción entre Casiopea A y una densa capa del medio circunestelar. Este caparazón no es más que el residuo de una expulsión masiva de la estrella madre que ocurrió milenios antes de que colapsara y luego explotara en una supernova.
Tras la explosión, fragmentos de material estelar perforaron esta especie de caparazón, formando agujeros y anillos en su superficie.
Ahora, gracias a la increíble resolución de la NIRCam (Cámara de Infrarrojo Cercano), la cámara infrarroja instalada en el James Webb, capaz de visualizar longitudes de onda de 0,6 micras a 5 micras alineando la luz detectada por los 18 segmentos hexagonales que componen el primario espejo del JWST como si fuera captado por un único gran espejo, podremos observar con lujo de detalle la fragmentación completa de la estrella moribunda durante su explosión.
La importancia de este nuevo objetivo
Esto no sólo nos dará detalles sobre la estrella progenitora, sino también sobre la estructura de su entorno circunestelar.
Todo esto es importante no sólo para este caso concreto, es decir, para conocer más sobre el monstruo verde, el medio circunestelar y la estrella que explotó en una supernova, proporcionándonos información fundamental y crucial sobre las etapas finales de la evolución estelar que conducen a la explosión final, sino también para validar los modelos actuales de explosión de supernovas.
De hecho, es gracias a datos cada vez más precisos que podemos confirmar o desmentir algunos modelos teóricos, y es por eso que la investigación científica, en cualquier campo, nunca termina. Los modelos casi siempre se pueden perfeccionar y es sólo con el trabajo asiduo de investigadores y científicos que cada día podemos conocer y comprender mejor el universo que nos rodea.
Fuente: meteored.mx