Cuando Tokio fue confirmada como la sede para los Juegos Olímpicos y Paralímpicos del 2020, todo mundo sabía que los japonenes sorprenderían con sus avances tecnológicos; por si fuera poco, también fueron capaces de adaptar sus nuevas herramientas al contexto de la situación sanitaria por el Covid-19.
Al inicio de los juegos, todos los atletas recibieron en su kit de bienvenida una especie de llavero con el cual pueden obtener agua y bebidas isotónicas por parte de máquinas dispensoras, sin colocar dinero y con el mínimo contacto para reducir los riesgos de contagio.
Sin embargo, el transporte de la Villa Olímpica ha sido la principal atracción, pues éstos son capaces de circular sin la necesidad de un conductor.
Al principio, estos autobúses inteligentes estaban pensados para transportar poco más de 20 personas, pero su capacidad fue reducida por las medidas sanitarias. No obstante, fueron configurados para recoger los asientos y así, abrir espacios para que ingresen cuatro personas en sillas de ruedas, además de otras siete de pie.
En total, circulan 20 unidades y alcanzan una velocidad de hasta 20 kilómetros por hora. Es totalmente eléctrico y cada recarga permite a los autobúses recorrer 150 kilómetros.
Para evitar accidentes, la flota de autobúses inteligentes cuenta con sensores y varias cámaras que les permite identificar el entorno por el cual viajan, y gracias a estos dos elementos, también son capaces de evitar los diferentes obstáculos que se les presenten en el camino, como paredes, personas y otros vehículos.
Asimismo, los autobúses pueden tomar decisiones propias como detenerse, dar vuelta, reducir o aumentar la velocidad, dependiendo de las circunstancias y lo más importante: guiar por este lugar a todos los deportistas sin importar su nacionalidad.