Si te fascinaban los dinosaurios en tu infancia, habrás leído que eran enormes reptiles de sangre fría, versiones hinchadas de los lagartos actuales. Un reciente descubrimiento pone en duda esa teoría, ya que parece que los grandes dinosaurios eran capaces de regular su temperatura corporal.
Los reptiles modernos son de sangre fría, eso quiere decir que necesitan fuentes externas de calor para mantener su temperatura. Para la mayoría de los lagartos, cuando no están activos su temperatura interna baja hasta los 25-35 grados centígrados, lo cual les permite ahorrar mucha energía, por ejemplo un cocodrilo gasta cinco veces menos energía que un león.
Un nuevo estudio de la Universidad de Yale, ha examinado fragmentos de cáscaras de huevos de dinosaurio de 75 millones de años de antigüedad. Mirando a los enlaces en las moléculas de carbonato pudieron deducir a qué temperatura se habían formado los minerales de la cáscara. El resultado es que los dinosaurios tenían una temperatura corporal entre los 35 y los 40 grados, es decir, como nosotros.
Las muestras estudiadas pertenecían a los tres grandes grupos de dinosaurios: saurópodos, tetrápodos y ornitisquios. Al contrario que los mamíferos, los dinosaurios podían elegir entre regular su temperatura internamente o calentarse al sol. Esta adaptación ocurrió pronto en la evolución de los dinosaurios, ya que incluso las muestras de maiosaurios de hace 86 millones de años la presentan.
Un estudio anterior de 2019 ya encontró que el rey de los dinosaurios, el Tiranosaurio Rex, tenía una especie de equipo de aire acondicionado en la cabeza que le servía para refrigerarse, no para calentarse, como antes se pensaba. Es decir, lejos de necesitar calor como otros lagartos, el T Rex era de sangre caliente.
Nada como el cálido abrazo de un Tiranosaurio Rex.