En un día lluvioso, normalmente sentimos el impulso de echar a correr para evitar mojarnos más de lo necesario. No obstante, surge la pregunta de si esta estrategia no provocaría que más gotas aún nos golpeasen, al dirigirnos hacia ellas horizontalmente.
Este es un debate clásico en Física, y hoy vamos a ofrecerte la respuesta. Bajo la lluvia, ¿es mejor correr o caminar? ¿Aumentar la velocidad de la marcha haría que escapásemos de la lluvia o, en cambio, provocaría que más gotas nos golpeasen?
La respuesta puede que te decepcione: la cantidad de lluvia que cae sobre ti es constante, no importa la velocidad a la que vayas; aunque sí importa el tiempo que permaneces bajo la lluvia y el trayecto que recorres bajo ella.
Para contabilizar el agua que incide, tenemos que sumar el agua que cae sobre ti, más el agua que incide frontalmente según nos vamos desplazando. La cantidad de agua que incide sobre tu área de influencia es exactamente la misma, puesto que esa área se mantiene constante, independientemente de la velocidad y de la dirección. Es decir, solo importa el tiempo que permanecemos bajo la lluvia, pero no lo deprisa que recorras un trayecto determinado.
Si permanecemos quietos, el área de influencia será menor, y menos cantidad de lluvia caerá sobre nosotros. Pero si estamos avanzando, porque tenemos que ir de un punto A a un punto B, no importa que te muevas más o menos velozmente. La cantidad de agua que vas a atravesar es exactamente la misma.
Para imaginarlo mejor, hagamos una analogía: cada metro que avanzas sería como chocar con una ‘pared de gotas’. Cuantos más metros avances, más paredes de gotas tienes que atravesar. En un trayecto del punto A al punto B, las paredes de gotas que tienes que recorrer son las mismas, independientemente de la velocidad a la que te desplaces.
Según este investigador, en la mayoría de casos, la respuesta general es que hay que correr lo más rápido que se pueda. Pero esa solución cambia en el caso de que haya ráfagas de viento o de que la persona sea bastante delgada, en cuyo caso no conviene correr tanto. Y, si el viento sopla desde atrás, la velocidad óptima será exactamente la misma que la del viento.
Por tanto, si quieres mojarte lo menos posible, lo mejor es que te asegures de recorrer la menor distancia posible. Y, si corres, ¡cuidado con los resbalones!