Tras declararse en bancarrota en 2008, Christine Meeusen –mejor conocida como la hermana Kate o Sor Cannabis– se mudó al condado de Merced, en el estado de California. Once años después, Meeusen ha construido un lucrativo negocio bajo la supuesta misión espiritual de ayudar a los demás a sanar con el cannabis.
Las "Hermanas del Valle" no son monjas católicas. Se consideran una congregación feminista, activista y espiritual. Su sobrenombre es, también, el nombre de su negocio, que, a través de una página web y de pedidos por correo postal, elabora y distribuye productos hechos de cannabis medicinal.
Con ideas implementadas a partir de ritos celtas, vikingos y nativos americanos, o inspiradas en los enclaves beguinos de la Europa medieval, la vida en la "abadía" de Merced, en la zona interior central de California (donde ya es legal el cultivo de esta planta) parece estar a medio camino entre una comuna y un colectivo "new age".
La hermana Kate es la fundadora. Su papel ante el resto de integrantes de la congregación, que fluctúa pero no supera la decena de activistas jóvenes, es una mezcla de líder ideológica y jefa.
Las "Hermanas del Valle" ganan aproximadamente 60 000 dólares al mes cultivando una variedad no psicotrópica de marihuana para fines medicinales. La controversia por su atuendo, dicen, es buena para el negocio.
Debido a su éxito, la hermandad ha recibido decenas de solicitudes para aceptar a nuevas colaboradoras. Pero no todo el mundo encaja en su filosofía de lucha contra la discriminación, pro igualdad de género, de paz entre las tribus de la Tierra y de armonía con el planeta que nos sostiene.