Como si se tratara de un cuento, en Okinawa, una de las prefecturas del país asiático, es posible encontrar granos de arena con forma de estrella. Para ser exactos, el lugar donde podemos encontrar estas formaciones es en las islas de Iriomote, Hatoma y Taketomi, todas éstas pertenecientes al archipiélago de Yaeyama. Y de hecho, una de las playas es Hoshizuna-no-Hama, la cual es también conocida como “arena con forma de estrella”.
Pero el asunto se pone más interesante. Resulta que estas bellas formaciones –que pueden pasar perfectamente por arena– en realidad son el exoesqueleto, o concha, de un grupo de crustáceos llamados Foraminíferos.
Comentan que estos crustáceos son nativos de los arrecifes de coral del Sureste Asiático. Una vez que mueren, las conchas prevalecen y son arrastradas por la corriente marina hasta estas costas japonesas y otro dato, los científicos aseguran que varias especies de Foraminíferos llevan más de 500 millones de años sobre la tierra.
Para los científicos, el estudio de estas conchas que llegan a Japón, y el de todos los Foraminíferos, es un excelente medio para medir el cambio climático.
Por supuesto, como ya se imaginan, esta peculiaridad ha hecho que miles de turistas, nacionales e internacionales, se sientan atraídos a visitar estas hermosas playas. Tristemente, esto también le ha dado en la torre a estas bellezas, ya que los viajeros tienden a llevarse las conchas, razón por la cual hoy las autoridades locales prohíben estrictamente hacer esto.
Y algo más. Hay una bonita leyenda que termina por aderezar todo esto. Según varios locales, estas conchitas en realidad son la descendencia de la Cruz del Sur y la Estrella del Norte, amabas asesinadas por una serpiente gigante.
Así que ya lo ven, es cosa de buscarle, porque Japón está lleno de sorpresas.