Con sus juegos, historias de conejos para aprender a atarse las agujetas y gusto por el rock and roll de los 60, el abuelo de Ángel y Larissa ha marcado sus vidas. Ese mismo abuelo al que de pronto, observan apagarse poco a poco consumido por la enfermedad.
El difícil camino por el que habrán de transitar estos niños, entregados junto a su madre al cuidado de esa querida figura paterna, es trazado por Andrómeda Mejía, en Un conejo para la luna, obra para jóvenes audiencias a partir de 8 años que estrenó en el Teatro La Capilla este 8 de mayo.
"Vamos a ver en realidad lo que pasa en una familia para adaptarse a este proceso. Lo doloroso que puede ser ver cómo una persona que amas se va desgastando y se va perdiendo entre la enfermedad, pero también lo que implica para los cuidadores", cuenta en entrevista Mejía, dramaturga y directora de esta puesta en escena que combina actores con animación de títeres y objetos.
"Y los personajes van a ir avanzando hacia aceptar el proceso, aceptar lo que sienten, y van a caminar hacia la compasión. A mí me interesa mucho plasmar en este texto y en esta historia que empecemos a reflexionar sobre la muerte digna".
Se trata de un tema en el que la también actriz ha estado interesada hace tiempo, pero que cobró particular pertinencia en un contexto como el de la actual contingencia sanitaria en que mucha gente ha perdido a seres queridos, a veces de forma muy rápida, aunque no por eso con menos sufrimiento, frustración y miedo.
"Ahora me pareció muy, muy importante poder llevarlo a escena, poder compartir esto y que la gente en este momento tan doloroso para todos y tan complejo en muchos sentidos pueda encontrar un lugar dónde reflejarse, dónde poder sacar sus emociones y sanar un poco el corazón.
"Creo que en este momento es muy importante eso: poder sanarnos de lo que hemos vivido. Que la gente que ha perdido personas amadas pueda encontrar esos lugarcitos para empezar a reconfortar el corazón", remarca Mejía.
Su obra, no menos divertida que emotiva, es escenificada para el público joven por parte de la compañía Los tres pies del gato, con producción de Tejedora de nubes, especialmente porque niños y jóvenes son parte de estos episodios familiares, pero muy pocas veces hay oportunidad de hacer una pausa y preguntarles cómo lo están viviendo, opina la dramaturga y directora.
"Muchos niños también se encargan del cuidado de los enfermos, pero hay pocos espacios, pienso yo, en donde realmente nos detenemos a preguntarles cómo lo viven, cómo se sienten con eso, qué les implica este duelo y esos cambios", reitera.
"Y creo que los adultos están tan centrados y es tan doloroso para todos, que creen que es mejor no hablarlo, sino resolverlo prácticamente".
La inquietud de Mejía por este tema no es fortuita, sino que surge de su propia experiencia, pues, comparte, su madre tiene una enfermedad degenerativa desde hace muchos años, y lo que ello ha implicado para la dramaturga y todo su sistema familiar ha sido muy grande.
Desde ahí se ha planteado la importancia de detenerse y decir lo que uno siente, aceptando el coraje y la frustración, pero también removiendo prejuicios y culpa.
"Por eso lo de poder empezar a pensar sobre la muerte digna, sobre la eutanasia, y decir: Bueno, cómo avanzar hacia estos procesos que a veces, creo yo, están más detenidos por cuestiones de culpa, cuestiones religiosas, y no (son vistos) en realidad desde una empatía y una compasión", expresa.
Algo para lo cual considera que el arte, y no sólo el escénico, juega un papel fundamental al enfrentar de una forma muy peculiar a las personas con esa realidad que viven, con lo que piensan y sienten.
"De pronto estas manifestaciones hacen que uno sienta esa libertad de decir: Ya se está hablando, ya se está exponiendo, ya lo estamos materializando. Entonces, ¿cómo avanzamos para poderle dar, por ejemplo en este caso, una realidad legal?
"Pero yo creo que lo legal avanzará en cuanto social y personalmente podamos asumir estos temas, y entonces podamos quitar esos juicios, esa culpa, ese miedo, y podamos pensar que tal vez se trata de otra cuestión que pueda darnos mayor plenitud de vida y de muerte", enfatiza Mejía. Un conejo para la luna tendrá cuatro únicas funciones sabatinas de forma híbrida. Por un lado, presencialmente en el recinto de Calle Madrid 13, Colonia Del Carmen, en Coyoacán, con un aforo de 22 personas; y también en línea, a través de la plataforma Zoom.