El pasado 1 de enero, la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) anunció que se detendrán distintas actividades académicas debido a un recorte de personal ordenado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH); el cual, pone en riesgo el funcionamiento de esta institución líder en contribuir a la docencia de la antropología en México y América Latina.
Todo comenzó un par de días antes, el 29 de diciembre, cuando el INAH emitió un comunicado en el que pidió a todas sus áreas no convocar a laborar a ningún trabajador que fuera contratado como eventual hasta el pasado 31 de diciembre, pues su contratación debía ser autorizada por la Coordinación Nacional de Recursos Humanos.
En otras palabras, el INAH exigió a sus institutos que no llamaran a trabajar a aquellos profesores y auxiliares administrativos que no contaran con un contrato de base.
De hacerlo, los titulares de cada organismo deberían hacerse responsables del salario correspondiente de los trabajadores que convoquen. Como era de esperarse, esta medida afectó en gran medida a dichos institutos, en especial al ENAH, pues la escuela informó que se suspenderán múltiples actividades indispensables hasta que el INAH recontrate a toda la plantilla necesaria para operar.
A través de un comunicado y como respuesta al oficio del INAH, el director de la Escuela, Hilario Topete Lara, detalló que a partir del 1 de enero de 2022 se suspendió la contratación de 350 profesores de asignatura, quienes hasta hace unas semanas estaban contemplados para trabajar de febrero a agosto de este año.
Pero esa no fue la única consecuencia, pues la falta de este personal también frenará los procesos de nuevo ingreso, programación de exámenes de acreditación, postulación a becas, proyectos de investigación, reinscripción a periodos extraordinarios, validación de documentos, titulaciones, etc.
Ante esta situación, la comunidad del ENAH (Administrativos, profesores y alumnos), a través de una reunión de Zoom, acordaron que se debe exigir el presupuesto anual para la escuela, por lo que consideran llevar a cabo marchas e, incluso, tomar las instalaciones del INAH para que les hagan caso.