El Día de Todos los Santos es una de las fechas más significativas dentro del calendario religioso cristiano. Cada 1 de noviembre, los cementerios se llenan de familias que honran a sus muertos, a quienes les llevan flores en señal de respeto y recuerdo. Pero, ¿cómo y dónde surge esta celebración? ¿Por qué el 1 de noviembre? La explicación nos remonta en la historia hasta el siglo IX.
Todos en un mismo día
El objetivo del Día de Todos los Santos es honrar a los difuntos que han superado el purgatorio y se han santificado para pasar el resto de su existencia en el paraíso junto a Dios. El problema en los primeros siglos de la cristiandad era que resultaba muy complicado conmemorar cada una de las muertes de los santos mártires en cada lugar en donde habían sucedido y en la fecha correspondiente, ya que, con las persecuciones romanas, fueron muchos los cristianos asesinados.
Así que en el siglo VIII, el papa Gregorio III consagró una capilla en la Basílica de San Pedro a todos los santos, fijando la fecha en el 1 de noviembre. Unos años después, ya en el siglo IX, Gregorio IV decidió que dicha celebración se extendería a toda la Iglesia, de modo que el primer día de dicho mes se celebrarían Todos los Santos, provocando con ello que el 2 de noviembre pasara a convertirse en el Día de los Fieles Difuntos y el 31 de octubre la Víspera de Todos los Santos –muy popular en territorios anglosajones.
¿Por qué en noviembre?
Entre las teorías del porqué de esta elección, la que más peso suele tener apunta a la influencia de la costumbre celta del Samhain (muy presente en el norte de Europa), en la que se celebraba el final de las cosechas y, en cierto modo, la muerte de lo vivo; festividad que tenía lugar la noche del 31 de octubre y el día del 1 de noviembre.
No obstante, para llegar al origen de la tradición de honrar a los difuntos, hay que sumergirse en los anales de la historia, pues desde tiempos ancestrales las necrópolis han tenido un especial significado e importancia para los distintos pueblos del mundo, aunque estos no tuvieran relación aparente entre sí.
De un modo u otro, lo cierto es que la tradición cristiana conlleva a que este día se les demuestre respeto a las personas fallecidas, y también sirve para conmemorar a los diversos templos religiosos; de modo que no resulta extraño apreciar cómo las catedrales, basílicas y demás iglesias acostumbran exhibir las reliquias de los santos que poseen.