Especialistas del INAH ponderan el hallazgo de registros de petroglifos en 16 sitios ubicados entre los poblados de San Quintín y El Rosario, en Baja California, bajo análisis desde 2019.
Se trata de expresiones con una antigüedad de hasta 3 mil años, con manifestaciones rupestres en franjas rocosas que alcanzan los 1.5 kilómetros de extensión, según se reveló esta semana dentro del Segundo Coloquio Virtual Boca de Potrerillos, que arrancó el lunes y que continuará hasta mañana a través del canal del INAH TV en YouTube.
Durante esta conferencia a distancia, se rememoraron la serie de acciones emprendidas desde 2019, tanto en campo como en gabinete, dando a conocer a detalle el universo de petrograbados que existe en la zona.
Según dio a conocer el INAH por medio de un comunicado, en los trabajos de reconocimiento han participado Enah Fonseca y Fiorella Fenoglio, con la colaboración de diversos especialistas, entre ellos Héctor Sánchez, biólogo de la asociación civil Terra Peninsular, y oriundo de El Rosario, por lo que el estudio ha trascendido lo arqueológico y se ha profundizado también en su contexto natural inmediato.
"La particularidad que se halló fue una marcada diferencia entre las fronteras estilísticas de las manifestaciones gráfico-rupestres", se destacó. "Así, mientras que en las regiones académicamente llamadas como La Rumorosa y Gran Mural -al norte y al sur de Baja California- predominan los elementos antropomorfos, en el área de San Quintín-El Rosario, donde se identifica la tradición denominada 'Abstracto Septentrional', los petroglifos contienen, en lo general, diseños geométricos y, en lo particular, curvilíneos, los cuales se han situado en la región hacia 3000 años antes del presente".
Uno de los sitios más profusos en elementos, expusieron Fonseca y Fenoglio, es el llamado Pintas de Cruz, donde se reconocieron agrupaciones de rocas grabadas a lo largo de una franja de hasta 1.5 kilómetros.
"Asimismo, se estudiaron petrograbados con amplio arraigo en la región, como un pequeño dibujo que popularmente se denomina 'La Codorniz', el cual está plasmado en una roca y en la que las especialistas del INAH reconocieron tres grabados más que habían pasado desapercibidos para los pobladores", indicó el comunicado.
Según se informó, una muestra de la sinergia lograda por este proyecto de investigación con los informantes locales es que ellos mismos eligieron los nombres para cada uno de los 16 sitios registrados por el INAH. Un propietario en cuyo terreno se identificaron tres agrupaciones de rocas grabadas, por ejemplo, nombró a cada una de ellas como: "La Niña", "La Pinta" y "La Santa María".