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Publicado en CULTURA

“La Chucha”, Estrella del ballet en el México del siglo XIX

Martes, 20 Abril 2021 00:01 Escrito por 

De los palcos del teatro le llovían versos y mensajes cariñosos de un público que la aclamaba en aquel México de Santa Anna, inestable en lo político, pero donde María de Jesús Moctezuma "Chucha" emergía como la más importante estrella del ballet.

Fueron años de florecimiento para la disciplina, asienta la investigadora Maya Ramos Smith en Cuadernos del CID Danza, Número 18, en una época dominada por las bailarinas europeas, y sin maestros que la guiaran en cuanto a técnica y novedades coreográficas.

Sin fecha exacta de nacimiento y muerte, se sabe que era originaria de la Ciudad de México; Ramos Smith refiere que en El álbum mexicano, de 1849, se le menciona bailando dentro de un grupo de niños de entre 5 a 10 años conformado por el coreógrafo francés Andrés Pautret en 1831-32. Por tanto, habría nacido entre 1820 y 1825. "Chucha" estaría cumpliendo dos siglos de historia.

Pautret había llegado a México en 1824 como director de la compañía de ballet del Teatro Principal, entonces sumida en una crisis debido a los años de la guerra de Independencia.

Señala Ramos Smith que él reorganizó la agrupación e introdujo nuevo repertorio europeo, como La fille mal gardée, de Dauberval, y Don Quijote y El carnaval de Venecia, de Milon.

"Chucha" era una "niña delgadita, de grandes y dulces ojos, de una ligereza extraordinaria y de unas disposiciones tan felices" para el baile que pronto su maestro empezó a confiarle pequeñas partes en los ballets del repertorio, consigna la investigadora en El ballet en México en el siglo 19. De la independencia al segundo imperio (1825-1867).

"Por supuesto, el talento y la disciplina de María de Jesús Moctezuma fueron elementos importantes, pero ella y otras estrellas del ballet fueron resultado del desarrollo que el ballet tuvo en México desde el último tercio del siglo 18, cuando empezó como espectáculo y se instaló en el gusto del público", señala en entrevista la experta del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Teatral Rodolfo Usigli (CITRU).

La enseñanza del ballet se inició desde la década de 1780 y empezaron a producirse generaciones de bailarines mexicanos que se incorporarían a los teatros hasta la década de 1860. De hecho, para 1795, la primera novohispana en alcanzar la categoría de primera bailarina fue Ana María Zendejas.

Escasean las noticias sobre el ballet entre 1833 y 1840, y de no ser por el florecimiento de bailarines mexicanos a partir de la década de 1840, se pensaría que había dejado de existir, advierte Ramos Smith.

En una década marcada por la guerra con Texas y con Francia, y las luchas internas, considera milagroso que la compañía de Pautret lograra sobrevivir.

Es justo a finales de esos "años oscuros" que "Chucha", como la llamaban de cariño, vivió con éxito la "transición de niña prodigio a gran solista".

Entre 1840 y 1842, los niños formados por Pautret del Conservatorio de Baile, se empezaron a revelar como talentosos solistas. El público y la prensa celebraban los progresos de Chucha: "No era la niña ligera, traviesa y delgadita de los grandes bailes de Pautret, sino la joven de formas elegantes y desarrolladas, de cuerpo airoso, de pie pequeño", publicó El Álbum Mexicano.

A lo largo de su carrera, que Ramos Smith estima duró hasta 1855, el ballet sufrió una transformación, y la bailarina supo adaptarse.

"El ballet tuvo grandes avances en la técnica -entre ellos el baile en puntas- y su estilo evolucionó, a partir de los años 30, hacia el ballet romántico. Moctezuma se adaptó sin duda en cuanto a la técnica, pues los críticos mencionaron y elogiaron su dominio de las puntas, y el haber bailado con estrellas internacionales como los esposos (Adela e Hipólito) Monplaisir (la compañía con mayor nivel artístico que hasta entonces había visitado el País) nos da una medida de su capacidad y su talento", asegura. La temporada 1848-49 marcó el inicio de grandes éxitos en su carrera en el Teatro Nacional.

"Chucha" era la favorita del público que a pesar de su "admiración por todo lo extranjero, no ocultaba su orgullo de contar entre sus compatriotas a una primera figura talentosa y bella".

En esa época, se acostumbraba que los primeros bailarines costearan los vestuarios para sus solos y ella se distinguía por su lujoso e impecable vestuario.

"Utilizaba zapatillas de raso finísimo, que sólo deben haberle durado una noche. Se hacia enviar, además, litografías y partituras de Europa, para que su vestuario y repertorio estuvieran a la moda de las estrellas de aquel continente", describe la investigadora.

Respecto a su carácter, en el "teatro era amable y sencilla", muy seria en su trabajo y "muy digna respecto de su valor y posición". No se dejaba "rebajar, prefiriendo no trabajar". Se mantenía alejada de las intrigas y chismes de entre bastidores.

Y sin embargo, su rivalidad con las hermanas Joaquina y Dolores Sánchez, bailarinas andaluzas, en el Teatro Nacional fue legendaria. Cuando Dolores y "Chucha" se presentaban bailando juntas, el público dejaba sentir quién era su favorita. Cada bando profería silbidos, gritos y aplausos.

Vivió también horas difíciles cuando el brote de cólera de 1850 obligó al cierre de los teatros; emprendió una gira por el País con la epidemia pisándole los talones. Cuando regresó a la Ciudad de México estaba "débil de salud, desentrenada y nerviosa". Consiguió remontar con su autocrítica y capacidad de trabajo.

Entre 1851 y 1854, Ramos Smith la ubica en teatros de Puebla, Oaxaca y Guanajuato. Al parecer desarrolló el resto de su carrera fuera de la Ciudad.

La última pista de "Chucha" data de junio de 1855, en el periódico El Siglo XIX: "Desde que Doña María de Jesús Moctezuma se separó de la escena de México y don Ambrosio Martínez (pareja de baile) marchó para España, se notó la más grande decadencia en el ramo del baile".

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