Diciembre es una fecha que muchas familias mexicanas toman para descansar, convivir sanamente y pasar un tiempo de diversión y amor con sus amigos y familiares más queridos. Para los niños, diciembre es una época vacacional, de descanso, de un receso escolar que además es coronado con la entrega de regalos por Santa Claus, personaje mítico de las fiestas navideñas quien reparte regalos a los niños que se portan bien.
No obstante, hace 93 años, nuestro país optó por un personaje más nacional para sustituir al simpático gordito barbón, este personaje fue nada más y nada menos que la deidad mesoamericana Quetzalcóatl. Quetzalcóatl no fue representado como una serpiente emplumada, sino como un hombre ricamente vestido con indumentaria mesoamericana, rubio y de barba; muy probablemente esta imagen se tomó del gobernante Ce Acatl Topiltzin Quetzalcóatl y de los cronistas coloniales quienes afirmaban que este gobernante era de piel blanca, mito que sirvió para promover la idea de que se predicó el evangelio antes de la llegada de los españoles.
Cabe señalar que la llegada México de Santa Claus no fue fácil. Durante el Porfiriato, las familias norteamericanas radicadas en México ponían su árbol de navidad, sus calcetines en los balcones, puesto que en muy pocas casas había chimeneas, y afirmaban recibir regalos de Santa. Lo anterior provocó no poca resistencia de los políticos y la alta curia católica mexicana, quienes vieron esas tradiciones como invasiones que paulatinamente acabarían con las fiestas decembrinas mexicanas.
En 1930, por iniciativa del presidente Pascual Ortiz Rubio, se consideró reconstruir las fiestas decembrinas con un toque de nacionalismo y mexicanidad, por una figura muy propia de la cultura mexicana: Quetzalcóatl. La iniciativa contó con el apoyo del Partido Nacional Revolucionario y ambas cámaras, por lo que muy pronto se hicieron los preparativos para la primera navidad en la que Quetzalcóatl sorprendería a los niños mexicanos.
Para ello, se dispuso el antiguo estadio nacional, antes ubicado en la Colonia Condesa, para el evento, y el presidente instruyó para que las escuelas mexicanas difundieran la imagen de Quetzalcóatl, esto para incentivar a los niños de México a que se apropiaran de la festividad y se animaran a pedirle regalos a la “Serpiente hermosa” como era llamada la deidad en los medios oficiales. Con esto, el gobierno de México también buscaba promover símbolos de identidad nacional.
Finalmente, el 23 de diciembre de 1930, Quetzalcóatl, representado por un hombre ataviado y de rasgos occidentales, llegó al estadio nacional, se instaló en una réplica de templo prehispánico que previamente había sido construida en el centro del campo e inició la festividad. Se hicieron los honores a la bandera y se entonó el himno nacional, actos en los cuales el nuevo emisario mexicano de la navidad participó. Después y ante 15 000 espectadores, Quetzalcóatl repartió juguetes a los niños mexicanos.
Lo que parecía ser el inicio de una nueva festividad terminó siendo un rotundo fracaso. Para empezar, el festejo del 23 de diciembre de 1930 no tuvo el eco esperado, asimismo la alta jerarquía católica mexicana se opuso al festejo considerando de hereje e inmoral que se le rindiera tributo y culto a una figura prehispánica en vez de a Jesucristo. Debido a lo anterior y a la oposición conservadora, la tradición del dios prehispánico obsequiador de regalos no prosperó, por tanto 1930 fue el primer y único año donde Quetzalcóatl llegó a las navidades de algunos hogares mexicanos.
Un año después, la Coca Cola Company cambió el traje de Santa Claus al característico color rojo. Poco a poco la imagen, el traje tradicional, aunado a la paulatina introducción de costumbres y tradiciones norteamericanas hicieron que Santa Claus tuviera un espacio en la cultura popular mexicana además de la aceptación de la cultura nacional junto con los tres Reyes Magos.
Por Juan Manuel Pedraza, historiador por la UNAM.
PARA SABER UN POCO MÁS:
De Los Reyes, A. (2006), Historia de la vida cotidiana en México: siglo xx. Campo y ciudad, t. V, vol. I, México, El Colegio de México/Fondo de Cultura Económica.
Rodríguez I. (2006), “El renacimiento posrevolucionario de Quetzalcóatl”, Instituto de Investigaciones Estéticas.