Ya para que
- ¡Pero qué necesidad! La negligencia –siendo bien pensados- de los diputados locales que se fueron a campaña en busca de la reelección o de un nuevo cargo, ha tenido que ser corregida por los Tribunales, pues la licencia no incluyó, la mayoría de los casos, la posibilidad de que las vacantes fuesen cubiertas por los suplentes. Claro que si está el titular o el suplente en periodo de receso, de cualquier manera no se nota, pero ese es otro tema. La lógica diría que los propietarios no desean obstaculizar la buena marcha de los trabajos parlamentarios. Pero, como la lógica falló, algunos suplentes impugnaron y en el transcurso del proceso electoral se ha venido obligando a la Diputación Permanente a tomarles protesta. Todavía ayer, 3 de junio, a 3 días de la jornada electoral, se tomó protesta a la suplente de la panista Brenda Escamilla, y como ya para qué, si los permisionados están por regresar. ¿A qué responderá que los propietarios se niegan a soltar completamente un hueso para buscar el otro? No queremos ser mal pensados. Y, entonces, ¿qué razón de ser tiene que las fórmulas se integren con un suplente por cada propietario?
- Aunque el semáforo verde aplique en el Estado de México y Cdmx a partir del lunes, lo cierto es que desde el momento en que se anuncia el cambio –como ocurrió las ocasiones anteriores con cada transición- se crea en la mente de la población la sensación de que los contagios por Covid-19 han aminorado –estadísticamente, algo hay de cierto- y, por tanto, la confianza para bajar la guardia, con todo y que el mensaje oficial advierta que deben seguirse las recomendaciones sanitarias. Llama la atención, necesariamente, que el cambio coincida con la jornada electoral; veladamente, es una incitación a volcarse a las urnas. Quedó demostrado, desde los actos de campaña y los cierres masivos, que a los políticos no interesa la salud de la población, sino los votos. Bajo esta lógica, la nueva decisión no tendría por qué pensar en el bienestar de los ciudadanos. El virus sigue presente. Si se acude a las urnas, no dé por hecho que, misteriosamente, ha sido erradicado solo de México y de ningún otro país del mundo.