Automovilistas que circulan diariamente por la comunidad de San Juan Atzingo, en Ocuilan, denunciaron la devastación acelerada de los bosques y acusaron que los talamontes operan a plena luz del día sin que ninguna autoridad intervenga.

“¿Cuándo chingaos van a hacer algo? ¿Cuándo van a trabajar, gobernadora, Ejército, Guardia Nacional, PROFEPA, contra la tala? Por eso mucha gente les dice si no pueden…”, reclamaron.
Tanto habitantes como conductores reprocharon que no existan operativos masivos en el camino que conduce a las Lagunas de Zempoala, una zona que —dicen— luce cada vez más árida ante el avance de la tala clandestina.

“Hasta duele el estómago cuando uno pasa por ahí. Los compañeros tlahuicas se han cansado de hacer acciones, denuncias, de pedir ayuda, y las autoridades federales sólo dan discursos, casi poesía del ‘gran bosque de agua’”, señalaron.
Indicaron que, tres kilómetros adelante de las lagunas, opera un retén de seguridad; sin embargo, los elementos se limitan a vigilar ese punto y dejan sin protección la zona boscosa que bordea la carretera.
Actualmente, se estima que en el bosque de Ocuilan se derriban alrededor de 300 árboles diarios, de distintas especies, lo que ha provocado que varias zonas altas luzcan prácticamente desnudas.



