Hace algunos días fueron hallados cuatro ramos de flores perfectamente preservados y que han sido datados en los primeros doscientos años de nuestra era, en la zona de Teotihuacán.
Este hallazgo se realizó como parte de las exploraciones que se han realizado en esta zona arqueológica desde 2003, cuando un violento aguacero abrió un boquete bajo el Templo de Quetzalcóatl o la Serpiente Emplumada.
Este agujero, de 83 centímetros de diámetro, conducía a un gigantesco túnel de 103 metros de longitud y 18 de profundidad construido hace 2.000 años por los antiguos habitantes de la ciudad. Según los arqueólogos, este túnel es una representación simbólica del inframundo teotihuacano, y desde el inicio de su exploración, en 2009, en su interior se han localizado tres enormes cámaras con montañas y lagos representados con mercurio, y más de cien mil objetos.
En el marco del llamado "Proyecto Tlalocan: camino bajo la tierra", Sergio Gómez Chávez, arqueólogo del Instituto Nacional de Historia y Antropología de México (INAH) y director de las excavaciones, ha contado que los ramos, atados con cuerdas, posiblemente de algodón, se encuentran en muy buen estado de conservación (según el investigador se pueden apreciar las hojas de las pequeñas plantas) y destaca la importancia de este hallazgo (que no duda en calificar de "excepcional") tras doce años de trabajo continuado en el emplazamiento. Estas flores ahora van a ser estudiadas por especialistas en paleobotánica para proceder a su identificación.