Joseph Biden tomó protesta como el Presidente número 46 de Estados Unidos en una ceremonia de inauguración marcada no por grandes multitudes sino por las medidas sanitarias por el coronavirus.
El Presidente se enfrentará a los estragos de la pandemia, el desempleo disparado y con grandes preocupaciones sobre más actos de violencia ante la polarización en el país.
Biden, de 78 años, será el hombre de mayor edad y experiencia en asumir el cargo de Presidente. Sirvió como senador por Delaware de 1973 a 2009 y fue vicepresidente durante el mandato de Barack Obama, 2009-2017.
Biden, que hizo campaña como un político calmado que podría lograr avances, planea emitir una serie de órdenes ejecutivas este primer día, las cuales abordarán cuestiones como el Acuerdo Climático de París, cancelar la restricción de viajes de varios países islámicos y extender los límites a desahucios implementados durante la pandemia.
Trump, quien en la mañana partió hacia su residencia en Florida, no asistió a la investidura de Biden, el primer Presidente saliente en ausentarse de la ceremonia en más de siglo y medio.
En la ceremonia de investidura se instalaron unas 200 mil banderas estadounidenses, estatales y territoriales en el complejo de monumentos National Mall en representación de las personas que no pudieron acudir a la ceremonia, que estará restringida por las intensas medidas de seguridad y contra el coronavirus.
Es además un recordatorio de lo que enfrenta el Presidente electo en su tarea de liderar a la nación en medio de una pandemia, mientras las infecciones y muertes siguen en ascenso.
Desde el arranque, Biden y su equipo quieren actuar rápidamente para acelerar la distribución de las vacunas a la población y aprobar su paquete de ayuda por el COVID-19 de 1.9 billones de dólares, que incluye pagos rápidos a muchas personas y el aumento del salario mínimo federal a 15 dólares por hora.
Biden planea además anunciar una iniciativa de ley de inmigración el primer día de su administración, con la que buscará proveer una vía para la naturalización de aproximadamente 11 millones de personas que viven en Estados Unidos sin estatus legal. Eso sería un cambio radical respecto a las severas políticas migratorias del gobierno de Trump.
Pero las ambiciones legislativas de Biden pudieran verse atemperadas por la realidad que enfrenta en el Capitolio, donde los demócratas tienen mayorías estrechas en las dos cámaras. Sus esperanzas de proceder con una avalancha de leyes en sus primeros 100 días pudiera verse obstaculizada además por un segundo juicio político a Trump.