En los últimos 100 años, la expectativa de vida alrededor del mundo ha aumentado considerablemente, pasando en varios casos de los 50 a los 70 años y en adelante, principalmente por mejoras en aspectos como la higiene y sanidad, la vacunación y el estilo de vida.
De forma que, al día de hoy, existen mil millones de personas con más de 60 años en el globo. Un sector de la población que seguirá incrementando hasta que, por primera vez en la historia, se alcance el punto en que vivan más personas mayores que jóvenes, estima la especialista Margaretta Colangelo.
Ante ello, un reto enorme se evidencia: ¿Cómo lograr que estas personas no sólo logren vivir durante más años, sino que lo hagan sin padecer las enfermedades que suelen llegar con la edad -Alzheimer, osteoporosis, males renales y cardiovasculares-?
"Hay expectativa de vida que a veces puede ser de 72 años, pero en algunos países los últimos 10 de esos años no son saludables, pues la gente está enferma y hospitalizada", expone en entrevista Colangelo, coautora del libro La Industria de la Longevidad 1.0: Definiendo la industria más grande y compleja de la historia humana.
Una empresa para la cual la ciencia y la tecnología resultarán fundamentales, impulsando el desarrollo de medicinas y tratamientos en contra del envejecimiento, como los llamados senolíticos.
Y es que una de las consecuencias del envejecimiento es la acumulación de las células senescentes: células normales que dejan de dividirse, contribuyen al envejecimiento de los tejidos y secretan sustancias como citocinas que inducen la inflamación. Esta última identificada como un elemento importante vinculado a males como las cardiopatías, diabetes, cáncer, artritis, depresión y Alzheimer.
Colangelo hace referencia al trabajo que se lleva a cabo en sitios como la Clínica Mayo, donde, por ejemplo, un estudio con ratones obesos mostró que la combinación de dos fármacos -dasatinib y quercetina- eliminaba las células senescentes y permitía que se reanudara el crecimiento celular en el cerebro.
En este campo, el avance tecnológico de la Inteligencia Artificial (IA) permitirá identificar cada vez más rápido los potenciales fármacos y tratamientos contra el envejecimiento, asegura la especialista, poniendo como ejemplo el trabajo de la empresa de biotecnología Insilico Medicine.
"Normalmente cuando intentamos hallar medicamentos para tratar una enfermedad es como buscar una aguja en un pajar, y puede tomar de 10 a 20 años encontrar un fármaco que muchas veces ni siquiera funciona. Así que es muy difícil", remarca Colangelo, quien cuenta con más de 30 años de experiencia en el liderazgo de compañías de software en Silicon Valley, y es cofundadora y CEO de la firma Jthereum.
"Así que lo que Insilico Medicine está haciendo es, en lugar de buscar la aguja en el pajar, están usando IA para diseñar la aguja perfecta, y lo han hecho con éxito. De hecho, fueron capaces de identificar un potencial fármaco en 45 días, en septiembre de 2019. Fue la primera vez que un candidato de fármaco fue identificado así de rápido".
Por lo que, en lugar de esperar 10 años, muchos de estos desarrollos podrían estar listos en sólo dos, con la posibilidad de ser más baratos.
Pero no es sólo cuestión de Inteligencia Artificial, dice Colangelo, sino también la implementación de la misma tecnología de ARN mensajero utilizada en algunas de las vacunas contra el SARS-CoV-2, o incluso nanomedicina.
"Por ejemplo, hay una compañía llamada NaNotics que utiliza atractivas nanopartículas que se inyectan al ser humano y ayudan al cuerpo a deshacerse de las células senescentes. Y no es un fármaco, entonces no hay efectos secundarios ni afecta al cuerpo de la forma en que los medicamentos pueden hacerlo.
"Estos son llamados tratamientos de tercera ola, muchos de los cuales no dañan el cuerpo, lo cual va a ser muy, muy bueno, y podrían estar disponibles en sólo cuatro años", apunta, poniendo sobre la mesa que muchos proyectos actualmente realizan pruebas clínicas en animales, y el salto a humanos está próximo.
Aunado a todo lo anterior, también jugarán un papel importante los biomarcadores, como el que recientemente detectaron investigadores del Instituto Buck -"el número uno en investigación del envejecimiento en el mundo", califica Colangelo-, el cual se libera cuando las células senescentes se ven obligadas a morir y es detectable en sangre y orina.
Esto permite realizar pruebas no invasivas para medir y rastrear el rendimiento de los senolíticos.