Días antes del pico de la pandemia en India, el Gobierno celebraba el éxito para dominarla y hubo grandes reuniones políticas y religiosas.
El Doctor Gautam Singh teme la llegada diaria de los pitidos del ventilador, que indican que los niveles de oxígeno son críticamente bajos, y escucha a sus pacientes enfermos comenzar a jadear por aire en la sala de emergencias de Nueva Delhi donde trabaja.
Al igual que otros médicos en todo el país, que día tras día establece otro récord de nuevas infecciones por coronavirus con alrededor de 350 mil, el cardiólogo ha empezado a mendigar y pedir prestados cilindros de oxígeno solo para mantener con vida a sus pacientes más críticos durante más de un día.
El domingo por la noche, cuando los suministros de oxígeno de otros hospitales cercanos también estaban casi vacíos, el desesperado hombre de 43 años recurrió a las redes sociales y publicó un apasionado video en Twitter.
“Por favor, envíennos oxígeno”, dijo con las manos juntas y la voz ahogada. “Mis pacientes están muriendo”.
El caos
India fue vista inicialmente como una historia de éxito para detener la pandemia, pero el virus ahora se propaga a través de una población masiva de casi mil 400 millones y los sistemas están comenzando a colapsar.
Los mensajes de emergencia como el que envió Singh revelan la magnitud del pánico en un país donde las infecciones alcanzan nuevos picos todos los días.
Además de que se están agotando los suministros de oxígeno, las unidades de cuidados intensivos están funcionando a plena capacidad y casi todos los ventiladores están en uso. A medida que aumenta el número de muertos, los cielos nocturnos en algunas ciudades de la India brillan por las piras funerarias, mientras los crematorios se abruman y los cuerpos se queman al aire libre.
Los médicos como Singh están en primera línea, tratando de obtener los suministros que necesitan para mantener con vida a sus pacientes.
Singh recibió 20 cilindros de oxígeno el lunes, solo lo suficiente para el hospital durante el día hasta que los ventiladores comiencen a emitir sus pitidos de advertencia nuevamente.
Me siento impotente porque mis pacientes sobreviven hora tras hora. Voy a suplicar de nuevo y espero que alguien envíe oxígeno que mantendrá con vida a mis pacientes un día más".
Por muy mala que sea la situación, los expertos advierten que es probable que empeore.