La Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) autorizó este martes la segunda dosis de refuerzo —es decir, una cuarta dosis— de las vacunas contra Covid-19 de Pfizer/BioNTech y de Moderna para los mayores de 50 años de edad y algunos inmunodeprimidos.
La segunda vacuna de refuerzo puede comenzar a administrarse cuatro meses después de la primera, informó el organismo en un comunicado.
Sobre las personas inmunodeprimidas, la FDA autorizó el segundo refuerzo de Pfizer para los mayores de 12 años que se hayan sometido a un trasplante de órganos y la de Moderna para los mayores de 18 años con el mismo nivel de inmunodepresión.
Según el regulador estadounidense, la evidencia científica sugiere que existe “cierta disminución de la protección” de las vacunas con el paso del tiempo, por lo que un segundo refuerzo “ayudaría a aumentar los niveles de protección de las personas de mayor riesgo”.
Además, afirmó que “los beneficios” de una segunda dosis de refuerzo “superan los riesgos” de su aplicación.
Para tomar esta decisión, la FDA se basó en los datos proporcionados por el Ministerio de Salud de Israel, que ya administra segundas dosis de refuerzo de Pfizer a mayores de edad, y estudios independientes sobre Moderna, entre otros análisis.
Estados Unidos comenzó a aplicar las primeras dosis de refuerzo en septiembre del año pasado para las personas de mayor riesgo, y actualmente la pueden recibir todos los mayores de 12 años que hayan completado su pauta de vacunación.
El 65.5% de la población estadounidense tiene la pauta de vacunación completa y, de ellos, el 44.8% se ha aplicado la primera dosis de refuerzo, según datos de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés).
El pasado febrero, los CDC concluyeron en un estudio que la efectividad de los refuerzos descendía a los cuatro meses de su suministro.
Estados Unidos es el país más golpeado por la pandemia en números absolutos, con 80 millones de contagios y 944,000 fallecidos, según el recuento de la Universidad Johns Hopkins.
Fuente: Forbes