El síndrome de las piernas inquietas (SPI), también conocido como la enfermedad de Willis-Ekbom, es una patología neurológica caracterizada por la presencia de molestias descritas como hormigueo, quemazón, calambres, inquietud, y/o dolor en las piernas.
Estas sensaciones desagradables suelen aparecer o empeorar durante el reposo, acontecen al atardecer o anochecer y llevan al paciente a experimentar la necesidad urgente de moverse para aliviar estas sensaciones.
Esto hace que, en muchos casos, los pacientes tengan dificultar para conciliar el sueño o que se desencadenen despertares: la interrupción y la desestructuración del sueño es una de sus consecuencias principales.
Aunque se trata de una enfermedad bastante común, ya que se estima que la prevalencia del síndrome de las piernas inquietas alcanza al 5-10% de la población adulta y al 2-4% de los niños y adolescentes europeos, está altamente infradiagnosticada: algunos estudios apuntan que sólo un 10% de los casos estarían diagnosticados y que esta cifra es aún menor en la infancia. Y en algunos casos incluso pueden trascurrir periodos de 10 años hasta que se realiza un diagnóstico correcto de este padecimiento.
En los casos graves de esta enfermedad se trata de una enfermedad muy incapacitante. Uno de los últimos estudios realizados en España entre pacientes adultos señala la alta prevalencia de síntomas asociados como el dolor intenso, el insomnio, la depresión o la ansiedad entre los pacientes, que no sólo hacen que disminuya su calidad de vida, sino que produce importantes limitaciones en su vida diaria y en las relaciones sociales y laborales.
El síndrome de las piernas inquietas es más frecuente en las mujeres, en una proporción de 2 a 1 respecto a los hombres. En edades tempranas no hay diferencias en cuanto a la distribución de sexos, pero al final de la adolescencia comienza a ser más frecuente en las niñas.