La violencia de pareja tiene múltiples afectaciones en las mujeres, entre ellas, de carácter neuropsicológico como la alteración de la actividad eléctrica en el cerebro y la posible reducción de la capacidad para regular sus emociones, afirmó el catedrático e investigador del Centro Universitario Atlacomulco de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), Arturo Enrique Orozco Vargas.
Sostuvo que, a través de una investigación, la violencia de pareja -psicológica, verbal, física o sexual- podría perjudicar la capacidad en algunas mujeres para tomar conciencia de lo que sucede a su alrededor y de sus procesos internos, lo cual genera una serie de consecuencias negativas para su vida como mujeres, hijas, madres y, en general, en los distintos ámbitos en los que se desenvuelven.
El integrante del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) detalló que como parte del trabajo de investigación “Neuropsicología de la violencia de pareja: funcionamiento de la regulación emocional en mujeres víctimas”, con el apoyo de autoridades del Gobierno del Estado de México, se ubicó a mujeres que sufrieron violencia de pareja y mujeres control –aquellas que no eran víctimas.
“En este tipo de investigaciones es necesario comparar con un grupo que no muestra las mismas condiciones de vida que del grupo experimental, para identificar las posibles diferencias”, explicó el experto.
En la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEM, dijo, realizamos el registro encefalográfico a las mujeres víctimas y las del grupo de control y posteriormente efectuamos el análisis de los datos. “Los primeros resultados nos permitieron identificar la disminución de la actividad eléctrica del cerebro de las mujeres violentadas, especialmente de las ondas alfa”, fundamentales para la buena salud y para que el cerebro se regenere adecuadamente, para mejorar la memoria y la concentración, así como la relajación, el descanso y el sueño reparador.
Posteriormente, abundó, relacionamos los resultados neuropsicológicos con un constructo que se llama regulación emocional, es decir, la capacidad que tenemos los seres humanos para manejar nuestras emociones.
Entonces, señaló, identificamos que la reducción de las ondas alfa impactó de manera directa la conciencia plena, es decir, la capacidad que tenemos los seres humanos para tener conciencia de lo que sucede a nuestro alrededor y en el interior.
En tanto, indicó Arturo Enrique Orozco Vargas, las mujeres del grupo de control no presentaron la disminución de su actividad eléctrica, de las ondas alfa, y tampoco de su capacidad para regular sus propias emociones.
“Ellas si tenían conciencia de lo que ocurría a su alrededor, con qué personas tenían contacto, quiénes la visitaban, cuáles son las actividades que realizaban todos los días y, sobre todo, tenían conciencia de las emociones que experimentaban y cómo manejarlas para tener una mejor relación con su pareja, hijos, familiares y las personas que las rodean”, concluyó.