El home office y las clases en línea que llegaron con la pandemia de Covid-19, generaron en México un crecimiento de 120 por ciento en la compra de celulares, tabletas, computadoras y la contratación de Internet.
En los primeros meses de 2021, este incremento alcanzó 40 por ciento, lo que impactará en los próximos años en la generación de residuos electrónicos, que ya de por sí son un problema en el país por sus implicaciones para el medio ambiente y la salud pública.
Tan sólo en la Zona Metropolitana del Valle de México, se produce el 25 por ciento de los 1.1 millones de toneladas que al año se generan de la llamada E-Waste en territorio nacional, de acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
En la Ciudad de México la cifra alcanza 117 mil 550 toneladas anuales (11 por ciento) y en el Estado de México 157 mil 450 toneladas (14 por ciento), principalmente de televisores, pantallas planas, computadoras, teléfonos fijos, celulares, grabadoras y reproductores de sonido.
El mal manejo, reciclaje y disposición final de los residuos electrónicos, produce contaminantes orgánicos persistentes (COP), principalmente por sustancias retardantes del fuego que incluyen algunas piezas de plástico.
La quema de estos materiales, como son los cables para extraer el cobre, que se registra por ejemplo, al norte del Estado de México, genera dioxinas y furanos, que a su vez pueden ocasionar en los humanos cáncer, alergias e hipersensibilidad, daño al sistema nervioso central y periférico, trastornos reproductivos y alteraciones del sistema inmunológico.
Ante este panorama, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), impulsa una iniciativa con el sector formal e informal en la Zona Metropolitana del Valle de México para la recolección, acopio y manejo adecuado de los residuos electrónicos, así como para ampliar la capacidad de reciclaje, que en la actualidad es de sólo 17 por ciento en todo el país.
La idea es generar modelos de referencia nacional con el fin de que puedan ser replicados en las 32 entidades federativas, como un modelo de negocios autosustentable, financieramente factible y que tenga un enfoque medioambiental.
Se estima que el potencial económico de los residuos electrónicos en México es de mil 300 millones de dólares, ya que en los aparatos electrónicos se pueden encontrar metales preciosos (oro, plata, cobre, platino, paladio, rutenio, rodio, iridio y osmio), materias primas críticas (cobalto, paladio, indio, germanio, bismuto y antimonio), y metales no críticos (aluminio, cobre y hierro).
Ives Gómez Salas, coordinador general de Proyectos COP del PNUD en México, destacó que a nivel nacional existen empresas dedicadas al reciclaje en 15 entidades, aunque 59 por ciento se concentran en Jalisco, Baja California, Ciudad de México y Estado de México.
La mayoría se ubica en los niveles 0, 1 y 2, es decir, especializadas en recolección, transporte, acopio, selección y separación selectiva de los residuos electrónicos, pero ninguna con capacidad de refinación, que es la recuperación de los metales preciosos a través de procesos térmicos o químicos.