Desde el ámbito de la psicología positiva, expertos del Centro Universitario Ecatepec de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx) impulsan la construcción de una imagen corporal positiva entre los adolescentes, con base en la autocompasión y la resiliencia, pero sobre todo en una alimentación más intuitiva.
La catedrática e investigadora de este campus de la Autónoma mexiquense, María del Consuelo Escoto Ponce de León, precisó que se trata de comer atendiendo a las señales de hambre y saciedad propias del cuerpo y no como respuesta a estímulos externos o emociones negativas como la tristeza y el enojo.
“En la actualidad trabajo en una línea de investigación novedosa que tiene que ver con la prevención, pero no a través de reducir los factores de riesgo y sí de aumentar los factores de protección. Es una línea muy nueva en nuestro país y no se ha publicado absolutamente nada al respecto. Ahora tenemos un proyecto en el que una de nuestras estudiantes de posgrado trabaja sobre cuáles pueden ser las variables que podrían amortizar el desarrollo del trastorno alimentario desde el enfoque de la psicología positiva”, dijo.
La coordinadora de la Red Nacional de Procesos Psicosociales, Clínica y Salud e integrante del Sistema Nacional de Investigadores abundó que durante muchos años en psicología se ha trabajado en prevenir todo lo relacionado con el desarrollo del trastorno alimentario, a partir del desaliento de la dieta restrictiva, el ejercicio excesivo, el uso de laxantes y diuréticos.
Se promueve, afirmó, la aceptación del cuerpo como es, el entendimiento de que hay personas grandes, pequeñas, altas, morenas o blancas que deben aceptarse como son y respetarse a sí mismas, que no deben valorarse a partir de lo físico, sino por cualidades como la autoestima, las capacidades intelectuales, la amabilidad y las fortalezas en general.
Sin embargo, puntualizó Escoto Ponce de León, hoy creemos que se deben fortalecer los factores de protección de las personas, sus habilidades sociales, su capacidad de relacionarse bien con la gente, de ser amable y sonriente.
“Es un enfoque muy nuevo en el mundo. De hecho, en nuestro contexto no hay investigaciones al respecto y recientemente publicamos, con una estudiante de posgrado, el primer trabajo de revisión sobre este tema en la Revista Mexicana de Trastornos Alimentarios”, dijo.
En este contexto, detalló que durante la adolescencia hay un mayor riesgo de desarrollar trastornos alimentarios, ya que es un periodo crítico en lo que respecta a las relaciones interpersonales, momento en el que crece el deseo de tener contacto con otras personas.
Así, indicó, el cuerpo de las mujeres se desarrolla y, por ejemplo, se ensanchan sus caderas, cuando socialmente se les exige estar delgadas, como las modelos que presentan los medios de comunicación, a quienes se les pide parecerse como ideal de belleza
En tanto, aseveró, a los hombres se les exige que sean musculosos, fuertes y grandes, por lo que se obsesionan en ganar masa muscular, abriendo la posibilidad de caer en el consumo de sustancias como suplementos alimenticios o esteroides anabolizantes y la dismorfia muscular.
De esta manera, se deja de lado que lo bello puede ser una persona comprensiva, cariñosa y amable, más allá de una complexión o un color de piel determinados, concluyó María del Consuelo Escoto Ponce de León.