El comercio informal se rehúsa a salir de las calles de la capital mexiquense, en pleno semáforo rojo.
Sobre la calle Isidro Fabela, se pueden ver los puestos improvisados de películas, ropa y comida, a donde llegan algunas personas para consumir lo que se oferta.
“Juan” se dedica a la venta de guantes, bufandas y diademas, señala que su actividad informal le permite llevar a casa unos pesos para el alimento diario, todos los días se enfrenta al riesgo d e que le quiten su mercancía, sin embargo, dice “no hay de otra”.
“Que le hacemos, así es el negocio sabemos que en cualquier momento me pueden quitar mi mercancía pero prefiero correr el riesgo y llevar que comer a mi casa, a quedarme ahí sentado”.
Señala, que su actividad informal se debe a que no puede pagar un local o un permiso ya que va al día con sus ingresos.
“Vea lo poco que tengo de mercancía, no tengo para mas y pensar en una renta pues ni de chiste, no hay dinero se esta acabando todo”.
Con una naranja en sus manos, Don “Juan” comenta que el inicio de año ha sido demasiado complicado, al grado de sólo hacer una comida al día, o llevarse a la boca lo que le regalan como una fruta.
“Ahorita estoy desayunando esto (una naranja), aquí venden muchas coas de comer, pero prefiero no gastar porque en mi casa tengo dos chavitos que piden de comer se tenga o no lana”.
Así como “Juan”, varios comerciantes informales todos los días “torean” a los inspectores para continuar con su venta, de lo contrario no habrá para comer.