Pese a que no existe forma de predecir el comportamiento de la pandemia y asegurar un avance o retroceso en el semáforo de riesgo epidemiológico por COVID-19, al momento, las condiciones actuales, es decir, la estabilidad en el número de hospitalizaciones y defunciones en el Estado de México, no muestran posibilidad para un retroceso al color rojo.
La entidad se mantendrá en semáforo naranja durante las dos semanas que van del 3 al 16 de agosto, sin embargo, la valoración para continuar en naranja o regresar a rojo será evaluada por las autoridades sanitarias, según las cifras que se obtengan de las próximas semanas.
“Esto lo va diciendo día a día el comportamiento. En este momento, no hay elementos que así lo refieran, pero depende de muchos factores, entre ellos, del incremento de la movilidad sin acatar las recomendaciones”, dijo Victor Durán Mendieta, subdirector de Epidemiología del Instituto de Salud estatal (ISEM).
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Para ello, resaltó como indispensable que la ciudadanía participe siguiendo los cuidados necesarios, como el uso de cubrebocas, la sana distancia, evitar contacto físico, lavado frecuente de manos y uso de gel antibacterial; acciones que, dijo, ayudarán, por lo menos, a permanecer en semáforo naranja.
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De no ser así y la población opte por relajar las medidas de prevención, implicaría un nuevo aumento de contagios y pacientes que requieran atención hospitalaria, lo que alargaría la estadía y menor disposición de camas, aunque, resaltó, el estado no mostró problemas de saturación en su etapa más crítica, dada a principios de junio.
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destacó que el sistema de salud estatal tiene la capacidad de seguir atendiendo a los pacientes con la nueva enfermedad, e incluso se preparan ya para la próxima temporada invernal, en la que se espera la llegada de la influenza y su combinación con COVID-19, pero reiteró que lo ideal es seguir avanzando y disminuyendo el número de contagios.