El Sol aún no calentaba cuando Max, Memo, Alex e Irving llegaron a la 22 Zona Militar, en el municipio de Santa María Rayón. Con emoción en sus rostros y la inocencia que caracteriza a los niños, recibieron su uniforme, uno que deja sin lugar a dudas los que son: Soldados.
Los pequeños viven sus días en la Unidad de Rehabilitación e Integración Social de la Dirección de Discapacidad del municipio de Toluca, pero este viernes salieron de las terapias para poder vivir un día como un elemento más de la Secretaría de la Defensa Nacional.
El verde bandera y el camuflaje, pintaron los rostros y vestimenta de los cuatro pequeños diagnosticados con trastorno del lenguaje y alteraciones a nivel motor, lo que no los detiene para brillar.
Máximo estaba nervioso, emocionado, no solo cumplía su sueño de portar el uniforme del Ejército, sino tuvo la oportunidad de celebrar su cumpleaños ahí, junto a sus héroes.
Tras alistarse, los pequeños soldados desayunaron como los grandes, pero todo fue opacado cuando el pastel salió, las mañanitas sonaron, las velas irradiaban luz, una luz que para los papás de Max y sus amigos, significaba esperanza de una vida mejor.
El desayuno de campeones acabó antes de que pudieran degustar el pastel, porque el pase de lista tiene que ser diario, a la misma hora, así que, como pudieron, de la mano de sus compañeros militares, llegaron a la explanada para ver cómo la bandera izaba y los saludaba, los recibía como los combatientes que son.
Durante el evento, se le dio el micrófono al cumpleañero, nervioso lo sostuvo por instante para después convertirse en valentía y agradecimiento.
"¿Por qué quiero ser soldado? Un soldado es aquella persona tenaz, perseverante y disciplinada que tiene como objetivo en la vida prepararse físicamente e intelectualmente para defender a su patria de aquellas personas hostiles y sin escrúpulos y ambiciosas por el poder. En caso de desastres siempre está atento para apoyar a sus semejantes, por ello hoy, con estas sencillas palabras, rendimos un pequeño homenaje a su ardua labor", recitó el pequeño.
En la zona Militar, los cuatro niños gozaron de la distinción de ser invitados especiales, pudieron disfrutar de una demostración de los perros que acompañan a los militares, ver su equipo, aprender de lo que hacen todos los días, incluso subirse a una ambulancia y a un humvee.
Pero no fueron los únicos que aprendieron, los uniformados de todos los días gozaron de las sonrisas de los guerreros, de quienes luchan diariamente contra las limitaciones corporales y los tabúes sociales.
Aprendieron, dijeron entre actividades, que nunca se es tan valiente como quien lucha por sus sueños teniendo desventajas físicas. Aprendieron que el amor, la paciencia y las ganas de superación, son las mejores armas para ganar la guerra de la vida.
Actualmente en los URIS -ubicados en El Olimpo y San Pablo Autopan-, los centros de rehabilitación municipales, se atiende a 502 menores que padecen distintas alteraciones, que luchan contra los estereotipos de la discapacidad.