Detrás del descuido, falta de mantenimiento y disminución en la afluencia de clientes que se vive de manera generalizada en los mercados municipales, está la fuente de vida para miles de familias que en la actualidad sufren la estigmatización, ya que los mercados han perdido su función social como espacios de compra y venta y de interacción humana.
Jorge Luis Maya, antropólogo de la Universidad Autónoma Metropolitana, explica que, detrás de la infraestructura hoy olvidada por los gobiernos, se construyen relaciones sociales de gran importancia, ya que los mercados son el punto de encuentro de un proceso cultural sobre el que se construyen relaciones inter-étnicas, amistades y hasta compadrazgo entre la gente.
“Se puede observar en el trazado urbano, de las ciudades y en la emergencia de nuevos centros comerciales un evidente desplazamiento de los otrora mercados. Esto se debe a que las personas asisten a nuevos lugares para hacer sus compras y esto ocurre en detrimento de los mercados que fungen como células de interacción social en los que se establecen lazos interpersonales o vínculos de cotidianidad"
A diferencia de las grandes tiendas de conveniencia, es en los mercados que los comerciantes funcionan como agentes sociales y se dan fenómenos como: el regateo, el pilón, la prueba y en casos excepcionales hasta el trueque.
Llama a las autoridades de todos los órdenes de gobierno a revitalizar los mercados como espacio simbólico de intercambio donde las mercancías adquieren otro valor y se conoce, no solo la diversidad de la sociedad mexicana, sino de los cultivos, artesanías y hábitos de consumo.
A este respecto recomienda el antropólogo: “Que nos acerquemos a ellos, que nos acerquemos más allá de preguntar por un precio, que los veamos como museos vivos y escuchemos lo que se habla en los mercados donde podemos, incluso, presenciar las lenguas originarias, escuchar las bromas de la vida cotidiana y entender estos espacios como un performance o una gran puesta en escena de la que todos podemos aprender”