A un año de la emergencia sanitaria por COVID-19 en el Estado de México, las afectaciones económicas siguen latentes y las consecuencias de las mismas se han comenzado a reflejar en problemas de inseguridad. Tal es el caso de la zona florícola del Estado de México, donde el desempleo, por la baja producción, ha sido causal del alza de delitos.
El principal corredor de producción de flor que comprende los municipios de Villa Guerrero, Tenancingo y Coatepec Harinas, había mantenido una tasa cero de desempleo y ahora, han bajado su planta laboral con rotaciones y descansos, según señaló Jorge Bernal Isojo, Secretario del Consejo Mexicano de la Flor.
“Ya tenemos un año con esta situación de pandemia y ha traído como consecuencia inseguridad aquí en la zona, cosa que no habíamos tenido aquí”, expresó.
El robo es el delito que tuvo un mayor incremento, “los robos se dan principalmente en los invernaderos, sacan la producción, se llevan las flores y luego se ven en la reventa en carreteras”, explicó Bernal Isojo.
Esta situación se suma a un problema más añejo, el cual es la extorsión por parte de grupos de la delincuencia organizada ya que, pese a las complicaciones económicas, muchos productores siguen siendo víctimas.
Por eso, el Secretario del Consejo Mexicano de la Flor pidió a las autoridades realizar acciones eficientes para dar solución a dichos problemas, “los floricultores necesitamos bienestar, así como la sociedad en general”, dijo.