A 37 años de las explosiones que dejaron como saldo entre 500 y 600 personas muertas y dos mil heridas, el diputado local Max Correa advirtió que San Juan Ixhuatepec, en Tlalnepantla, sigue siendo una bomba de tiempo que puede replicar la tragedia, por lo que llamó a los tres niveles de gobierno para conformar un comité y una estrategia enfocada a la prevención y reducción de los riesgos de desastre.
El presidente de la Comisión de Asuntos Metropolitanos en la Legislatura mexiquense denunció que se ha violado el polígono de seguridad en San Juanico -establecido tras el siniestro de 1984 ocasionado al detonar una planta de gas licuado de petróleo-, pues autoridades estatales y municipales cambiaron el uso de suelo de industrial a mixto.
Además, señaló, las obras de las carreteras México-Pachuca, Naucalpan-Ecatepec, y el Teleférico, hoy conforman barreras para que la gente pueda desalojar de manera inmediata el lugar, de ocurrir una nueva conflagración.
“Le hago un llamado al gobernador –Alfredo del Mazo- para que ponga atención en el tema, para que el día de mañana no estemos lamentándonos porque las condiciones están dada para que la tragedia se vuelvan a repetir”, apeló.
Para el legislador, es urgente que en la zona metropolitana del valle de México se establezca de inmediato un comité y una estrategia de gestión integral de riesgos, en que participen todas las autoridades responsables.
Así, de entrada, planteó, la Secretaría de Movilidad, Protección Civil, la Comisión Nacional del Agua, la Secretaría del Medio Ambiente y la Comisión del Agua del Estado de México repararían más de 40 presas de gavión en la Sierra de Guadalupe para evitar que grandes caudales de agua de lluvia lleguen sin contención a Tlalnepantla, Ecatepec, Coacalco, Tultitlán y Gustavo A. Madero.
“Por cada peso que se pueda invertir en acciones y obras para disminución de riesgos, se ahorran cuatro pesos en daños y, lo más importante, se salvan vidas. Lamentablemente los políticos ven este tipo de acciones como no redituables en votos porque la inversión en la prevención no se ve hasta que se tiene el desastre, pero es la mejor inversión que un gobierno responsable puede hacer”, expuso.
La estrategia, propuso, debe incluir una dinámica que permita involucrar a las comunidades para que sean más resilientes, que tengan habilidades ante los desastres a fin de que sean capaces de recuperarse de la mejor manera y lo antes posible, pero siempre con un enfoque de prevención y reducción de riesgos.
Una estrategia de prevención de riesgos de desastres, consideró, contribuiría a evitar tragedias como el de la joven que fue arrastrada por una corriente de agua que bajó de la Sierra de Guadalupe, y cuyo cuerpo fue localizado hasta el río Tula, o de los comerciantes de la colonia Caracoles, quienes perdieron todo sus productos por las corrientes de agua bronca que se precipitan tras las lluvias.