Vivir detrás de las rejas, en condiciones de hacinamiento, cogobiernos y en un ambiente de violencia, es complicado, sin embargo, vivir así además siendo portador de VIH, se convierte en una carrera contra la vida, debido a que para que los tratamientos surtan el efecto deseado, se necesita un alto nivel de calidad de vida.
Hoy en los 23 penales con los que cuenta el Estado de México, se tienen detectados más de 70 pacientes, si bien la mayoría llegaron cociendo su estado serológico y conscientes de que son portadores del Virus de la Inmunodeficiencia Humana, otros, se infectaron dentro.
De acuerdo con información de la Red Internacional Famecom, cifras muestran una ligera disminución en los nuevos casos de VIH/SIDA en la entidad a manera general en comparación con otros años, por ejemplo, durante 2015 se identificaron mil 42 nuevos casos de VIH en el Estado de México, pero en 2016 se tuvieron 567; en 2017, 507 y 2018 cerró con 490 casos.
Por su parte, Sonia Echeverrí, jefa de Departamento de VIH, SIDA e Infecciones de Transmisión Sexual de ISEM, cuando se detecta a una persona privada de la libertad con VIH, se dan capacitaciones con los compañeros que trabajan en el penal.
“Que conozcan el estado serológico, si tengo un paciente dado de alta y llega a un penal, se le da tratamiento ahí. La mayoría llegan ya con VIH, aquí ya es individual. Aquí en el caso de estos pacientes, traen doble discriminación, la primera porque son PPL, pero si le ponemos el apellido ‘VIH’, con estos pacientes tenemos más acercamiento, se da capacitación a las autoridades porque tenemos que empoderar al paciente y a quién cuida de él, evitar que se llegue a desarrollar SIDA”.
Señaló que los reos portadores de este virus también reciben tratamiento gratuito y un monitoreo permanente para que sus defensas no bajen y corran el riesgo de complicaciones mayores so la muerte, a causa de una enfermedad oportunista, como lo son las respiratorias y las gástricas.