Probablemente lo primero que piensas cuando lees la palabra zorrillo es en el famoso personaje animado Pepe Le Pew, y acto seguido piensas en sus aromáticas rociaduras de almizcle, una sustancia que muchos no saben cómo funciona.
Antes que nada, es importante aclarar que dicho líquido, de olor muy penetrante, representa su última medida de defensa ante algún depredador o amenaza. Y es que el primer acto para sobrevivir consiste en mostrarse más voluminosos, arqueando el cuerpo, levantando la cola y erizando todo el pelo de la cabeza y el torso.
De no funcionar, los zorrillos proceden a gruñir al mismo tiempo que golpean el suelo con las patas traseras. Si no notan alguna reacción, la advertencia final es girar el tronco, como parándose de manos y lanzar la sustancia.
Según expertos, el almizcle tiene un alcance de hasta 5 metros y se secreta a través de sus glándulas anales. Por si fuera poco, de caer directamente en los ojos del agresor, podría causarle una ceguera temporal.
No obstante, emanarlo significa un gasto energético para los zorrillos, por lo que no pueden gastarlo así porque sí. De hecho, tienen un número limitado de hasta 5 o 6 disparos seguidos, y posterior a ello pueden tardar hasta seis días en regenerarlo.
Y a todo esto, ¿por qué huele tan mal el almizcle? Resulta que el líquido trae consigo tioles, compuestos orgánicos que a su vez tienen azufre en su estructura molecular. Un ejemplo reconocible de cómo huelen los compuestos con azufre es el aroma a huevo podrido.