La Navidad como la conocemos hoy en día es tan sólo el producto del añadido cultural que ha venido dándose a través de los últimos años.
Y es que más allá de los factores religiosos, existen otros elementos que lograron formar parte de la imagen de esta popular celebración. Este es el caso de, por ejemplo, Santa Claus, los muñecos de nieve, las luces, las galletas de jengibre y, por supuesto, los renos.
Como sabemos, los renos cumplen un papel fundamental dentro de la Navidad, ya que son los animales encargados de jalar el trineo de Papá Noel. Sin embargo, muy pocos saben el por qué esta especie alcanzó dicha relevancia en la narrativa decembrina.
La historia detrás
Para comprender el rol de los renos en la Navidad, se debe tomar en cuenta un poema escrito por Clement Clarke Moore. En el año 1807, este autor estadounidense redactó “The Night Before Christmas: A Visit From St. Nicholas”, un texto que narra la llegada del icónico personaje navideño a una casa.
No obstante, la trascendental aportación del poeta fue la integración de un total de ocho renos, los cuales jalaban el trineo. Por si fuera poco, el autor también se dio el tiempo de nombrar a cada uno de ellos: “Alegre”, “Bailarín”, “Bromista”, “Cometa”, “Cupido”, Relámpago”, “Trueno” y el más famoso de todos, “Rodolfo”.
No todo es Navidad
Dentro de la fauna del Ártico, los renos son animales por demás valiosos para las culturas locales, pues ayudan en tareas de desplazamiento gracias a su fuerza y pelaje tupido y espeso que les ayuda a enfrentar las bajas temperaturas.
Otro factor que asiste a estos mamíferos a sobrevivir en gélidos ecosistemas es el hecho de que sus arterias y venas se encuentran muy cerca. Como consecuencia, la sangre arterial calienta la sangre venosa, evitando así que sufran de congelamiento.