Desde hace más de un siglo, existe una concepción errónea sobre las rayas de las cebras (Equus zebra), pues muchos aseguraban que dicha característica se debía a un camino evolutivo, en el que estos animales adaptaron su pelaje para evitar a los depredadores naturales en la sabana.
Sin embargo, podría ser que la anterior explicación no sea la única aceptable acerca del patrón distintivo que distingue a estos animales africanos.
Primero que nada, es importante mencionar que las cebras son de piel oscura. Éste se origina en células especializadas que tienen en la epidermis, conocidas como melanocitos, los cuales cumplen la función de transferir el pigmento de melanina a algunos de los pelos, formando así la ya conocida combinación rayada en blanco (sin melanina) y negro (con melanina).
Durante poco más de un siglo, exploradores, biólogos y ambientalistas por igual se interesaron en el origen de estas rayas, argumentando que el mencionado contraste funciona como una especie de mecanismo de camuflaje contra depredadores; para controlar su temperatura corporal frente a las altas temperaturas; o lograr relaciones sociales entre pares.
No obstante, recientemente todas las teorías fueron descartadas debido a que se descubrió que el patrón de las cebras sirve para espantar a un tipo de mosca endémica del continente africano: los tábanos (Tabanidae).
De acuerdo con la bióloga Susanna Akesson, de la Universidad de Lund, en Suecia, estos insectos no atacan a los animales entre más estrecha sea la distancia de sus rayas.
“Los resultados dan certeza del por qué las rayas más estrechas de las cebras se encuentran en la cabeza y las patas, donde la piel es menos gruesa”, explica.
Bajo este argumento, detalla, las rayas blancas y negras sirven para alterar la manera en la que la luz se refleja, ya que lo hace de manera polarizada y no polarizada a la vez.
“Esta situación confunde a los tábanos, que no se ven atraídos por este patrón confuso”, concluye.