En la sociedad en general, empezar una conversación sin saludar ante quienes están presentes puede ser considerada como una falta de respeto; lo mismo pasa cuando nos vamos sin despedirnos de la gente.
De manera sorpresiva, parece ser que este comportamiento aprendido entre seres humanos tiene raíces mucho más profundas, las cuales datan de una historia natural ancestral entre las especies de nuestro árbol filogenético. En ese sentido, otros primates también practican los saludos y despedidas como parte de sus interacciones cotidianas, según un reciente estudio de la Universidad de Durham.
Los investigadores del Reino Unido detectaron el comportamiento en un grupo de bonobos (Pan paniscus). Los resultados revelaron que los simios intercambiaban gestos y señales físicas al acercarse a convivir con otros ejemplares, lo que apunta a que estas cortesías no son exclusivas de los seres humanos, sino un hábito aprendido entre los primates.
“El hecho de que encontremos patrones similares en los simios demuestra que pasan por un proceso parecido cuando interactúan conjuntamente”, explica Raphaela Heesen, investigadora y líder de la investigación.
Heesen explica que el contacto de los bonobos se establece por medio de la mirada, la cual puede interpretarse como un “hola”. Cuando la interacción termina, si se mira al animal a los ojos, éste lo entenderá como un “adiós”, siempre y cuando se haya cumplido el objetivo en común. De esta manera, se pueden ver claramente las interacciones que los científicos catalogaron como “de entrada y salida”.
Dicho comportamiento fue más evidente al momento de jugar. El 90% de las veces, estos primates intercambiaron miradas antes de interactuar entre sí. En el caso de los chimpancés, el comportamiento se manifestó un 69% de las veces. Además de mirarse a los ojos, se tocaron, tomaron de las manos y chocaron sus cabezas entre ellos.
Estas pruebas fueron suficientes para determinar que los gestos no suceden de manera incidental, sino que forman parte de normas sociales complejas. Asimismo, el comportamiento reveló que los primates se rigen bajo principios previamente establecidos de convivencia.