A lo largo de los últimos años, diversos artículos académicos, medios de comunicación y comunidades científicas han alertado sobre las consecuencias del cambio climático si no se modifican algunos hábitos de consumo. Entre ellos se encuentran el uso de redes sociales, la tecnología y correos electrónicos, los cuales, aunque no lo parezca, son capaces de dejar huellas de carbono que a su vez producen contaminación.
La Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) señala que cada que se envía un e-mail se deterioran los recursos del medio ambiente: “Cada uno de estos mensajes contamina, por lo que pensarlo dos veces antes de enviarlos puede ayudar a salvar al planeta”.
Pero…¿Qué hay detrás de los correos electrónicos y la huella de carbono?
Hoy en día, mandar y recibir mensajes a través de estas plataformas es algo muy común dentro del mundo laboral e institucional. Habitualmente, los correos se almacenan en nuestra bandeja de entrada virtual y dejamos para después la eliminación de los mismos.
No obstante, el envío, el filtrado e incluso la lectura de éstos generan una huella de carbono de alrededor de 135 kilogramos, los cuales equivaldrían a conducir 320 mil kilómetros en un automóvil promedio.
Lo anterior se debe a que existe toda una infraestrcutura detrás de cada correo; que además de necesitar electricidad para enviarlos, también utiliza energía para guardar y mandar la información a través de los servidores.
Si bien resultaría muy difícil que nosotros como seres humanos nos apartemos de la tecnología de un día para otro, sí que se pueden tomar acciones pequeñas para contrarrestar los efectos de la contaminación, como borrar los correos innecesarios o deshacernos de aquellos que contengan archivos pesados.