Desde hace ya cinco años, María del Carmen Hernández Lara cuida y alimenta a los gatos de Palacio Nacional, los cuales llevan décadas habitando ahí para cazar ratas. Sin embargo, en las últimas semanas le llegó un rumor de que probablemente se los lleven con el pretexto de “operarlos y revisarlos” para conservar el recinto.
Aunque muchos chilangos ni siquiera sabían de la existencia de los gatos de Palacio Nacional, 19 felinos habitan en los jardines mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador trabaja en su oficina, cuyo edificio conserva mucha tranquilidad en comparación con el bullicio exterior, provocado por el turismo y el comercio del Zócalo y las calles contiguas.
Así, estos mininos prefieren pasearse entre los pasillos largos y frescos donde son consentidos por los “Godínez” del gobierno. Como el caso de Carmen, “la de los gatos”, –como es conocida–, quien trabajó en 2014 al interior del recinto en la oficina de Comunicación Social de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) durante dos años, tiempo en el que también se dedicó a alimentar a los gatos de Palacio Nacional en sus ratos libres, pues se percató de que nadie más lo hacía.
Desde entonces, María del Carmen no ha dejado de brindarles alimento una vez por semana, no obstante la preocupación la abordó la tarde del 28 de mayo cuando denunció públicamente a través de su cuenta de Twitter la supuesta intención de la Conservaduría de Hacienda por llevarse a los gatos de Palacio Nacional.
“Amigos, tengo algo triste que contarles. Como algunos de ustedes saben, soy una señora de los gatos. Pero tal vez no sabían que los gatos que alimento y cuido (hasta donde puedo) son los de Palacio Nacional”, publicó María en la red social.
Horas después, Hacienda respondió –por el mismo medio– que desde hace meses comenzaron “un programa de atención integral para un cuidado responsable de Los Gatos que habitan en Palacio Nacional”, y detalló que “consiste en una revisión médica, análisis clínico, aplicación de vacunas, detección de enfermedades, desparasitación y, en su caso, esterilización. Como complemento, se impartirán talleres de ‘tenencia responsable’”.
En entrevista para Chilango, Carmen “la de los gatos” explicó que no es necesario que se los lleven a otro lugar para esterilizarlos o revisarlos, pues todos los gatos están operados y en perfecto estado.
“Cuando alguno se enferma lo llevamos al veterinario y lo regresamos. A todos los atendemos. Más bien quieren (la Conservaduría de la SHCP) llevárselos para dormirlos, pues su idea es convertir Palacio Nacional en Patrimonio Cultural, y un requisito es no tener fauna”.
“La verdad es que en Twitter solo quería desahogarme. No esperaba que hubiera tantas reacciones por parte de la gente. Me buscaron asociaciones defensoras de animales, algunas para donar alimento y otras para interceder contra Hacienda y comprobar que sea cierto lo que dice”, confiesa Carmen, emocionada por el apoyo que ha recibido.
Carmen “la de los gatos” y otras tres personas que le ayudan a cuidar a los gatos de Palacio Nacional gastan por lo menos mil pesos al mes en alimento, sin contar el costo de la atención médica de cuando alguno se llega a enfermar o sufrir un accidente. Como la vez que un pastor belga del Estado Mayor atacó a uno y lo dejó gravemente herido por una mordida.
“Siempre me han gustado mucho los gatos, todos los animales en general. Por eso cuando entré a trabajar a ahí me llamaron mucho la atención. Al poco tiempo empecé a alimentarlos y a cuidarlos. Todos los que trabajamos ahí les dábamos algo para comer”, recuerda Carmen.
“Ahora somos cuatro los que nos dedicamos a alimentarlos con dinero de nuestros bolsillos. Nunca hemos sabido de un presupuesto destinado a su alimentación. Realmente no parece importarles”.
Además, Carmen pasa por lo menos una hora y media a la semana cuidando a los gatos de Palacio Nacional, asegurándose que estén bien y para darles cariño.
A pesar de ya no trabaja ahí, los trata como si fueran suyos, por eso pide a las autoridades una explicación más detallada y exige que no los abandonen: “No les pedimos que quieran a los gatos. Ni siquiera que los alimenten. Simplemente que los respeten como seres vivos. Honestamente, no creo que sea mucho pedir”.
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