Un nuevo estudio internacional acaba de encender las alarmas sobre la crianza de perros. Y es que demostró que las experiencias adversas durante los primeros seis meses de un cachorro dejan una huella profunda tanto en su personalidad como bienestar; además, advirtió que ciertos factores genéticos pueden volverlos más vulnerables al trauma temprano.
Publicados en la revista Scientific Reports, los resultados obtenidos fueron por demás contundentes: aquellos ejemplares que sufrieron abuso, abandono o situaciones negativas en su primera etapa de vida canina presentan una probabilidad mucho más alta de desarrollar conductas agresivas y/o temerosas durante la adultez, esto sin importar su género, edad o estado reproductivo.
Para llegar a estas conclusiones, el equipo involucrado encuestó a un total de 4 mil 497 dueños de canes en Reino Unido, abarcando más de 200 razas. Los propietarios valoraron a sus mascotas llenando el cuestionario C-BARQ, que suele emplearse para medir el miedo y la agresividad.
“Las conductas agresivas y de miedo no sólo afectan al bienestar de los animales, sino que constituyen causas principales de abandono, mordeduras e incluso eutanasia, lo que a su vez deriva en costos sociales y económicos significativos”, señalaron los autores.
“Durante la fase más sensible del desarrollo canino es necesario una tenencia responsable y la prevención de experiencias adversas”, destacaron.