El hábito de recolectar cualquier objeto en el reino animal puede tener una función adaptativa muy interesante o simplemente tratarse de una expresión compulsiva e incluso patológica.
Por ejemplo, los cuervos tienen el hábito de acumular, en diferentes escondites, grandes cantidades de alimento pensando en el duro invierno. De hecho, este abastecimiento resulta de lo más común en especies como las ardillas y hormigas, pues dicho comportamiento es necesario para su supervivencia.
Sin embargo, en otros ejemplares, muchas veces este acto es desordenado, sin un motivo natural aparente que lo explique.
Tal es el caso del llamado síndrome de Diógenes presente en nosotros los seres humanos, el cual representa un trastorno de acumulación compulsiva, y que, curiosamente, también lo manifiestan especies domésticas, en especial los perros y gatos.
Si eres dueño de uno de estos animales de compañía, quizá en más de una ocasión haz observado que tienden a esconder en algún rincón del hogar parte de su comida, a veces juguetes o cualquier otro objeto, entre los que destacan calcetines, zapatos, prendas y controles remotos.
Esta situación se debe a que tu animal de compañía cuenta con el impulso innato de esconder y guardar cosas por herencia genética.
Aunque hoy no les falte de comer, mantendrán esa conducta que les viene marcada desde la época en que la cacería no era regular. De esa forma, cuando la caza tenía éxito, ocultaban los restos, lo que les permitía acudir a ellos más adelante, sobretodo en momentos de escasez.
¡Ojo! Este comportamiento, en momentos puntuales, no debe ser preocupante ni requiere ningún tipo de intervención profesional, a no ser que la misma se convierta en una compulsión constante.