La conocida como leucemia felina es una enfermedad bastante extendida entre los gatos de todo el mundo. Es provocada por un virus. Si no se detecta a tiempo o se vuelve persistente, puede producir una grave enfermedad que deprime el sistema inmune y puede incluso acabar con la vida del animal. Para ayudarnos a conocer y prevenir el contagio, charlamos con Josep Arus, veterinario de AniCura Arvivet Hospital Veterinario.
¿Qué es la leucemia felina?
La leucemia felina es una enfermedad causada por un virus llamado virus del mismo nombre, el FeLV, y que pertenece a la familia de los retrovirus. Se caracteriza porque puede integrarse en el núcleo de las células (en su ADN) del gato y causar o no enfermedades crónicas, entre ellas la leucemia.
A pesar de que tienen el mismo nombre, la leucemia felina tiene que ver poco con la humana, ya que esta última, aunque se ha localizado algún tipo de leucemia causada por retrovirus, en la inmensa mayoría de los casos se trata de un cáncer de células sanguíneas debido a mutaciones genéticas que provocan fallos en el ADN de las personas. Además, el virus de FeLV en ningún caso se transmite a los humanos. En el caso de los gatos, la leucemia sólo se produce cuando el sistema inmune no logra eliminar el virus.
¿Qué síntomas provoca?
Los síntomas pueden variar mucho de un gato a otro, y van desde problemas de la piel, pasando por alteraciones en la reproducción, y acabando en neoplasias y un largo etcétera. Hay animales que, una vez infectados, superan esa infección; otros viven muchos años sin presentar ninguna enfermedad, y finalmente algunos que presentan un cuadro más rápido. La evolución depende básicamente de la respuesta inmunológica que tenga el animal. Aun así, hay algunos síntomas habituales, como fiebre y letargo, falta de apetito y pérdida de peso, deterioro del pelaje, inflamación de los ganglios linfáticos y
una lenta recuperación de enfermedades comunes, que además aparecen con más frecuencia, como infecciones de la piel o vías respiratorias; anemia y problemas gastrointestinales.
Se calcula que 60% de los gatos no logra controlar el virus, lo que provoca la llamada infección regresiva y enferman. El pronóstico en estos casos es grave. 50% de los gatos con viremia morirán antes de los dos años del diagnóstico, y 80% antes de los tres años a partir del diagnóstico. Por esto es muy importante una detección precoz. Y es que, los casos más graves derivan en cánceres como la leucemia, el linfoma u otras neoplasias más raras.
¿Tiene tratamiento?
El tratamiento dependerá del grado de la infección y de cuándo se detecte. La detección precoz de la infección permite un control de la viremia y la aplicación de productos estimuladores de la inmunidad (como el interferón omega) o antirretrovirales, si el profesional veterinario lo considera necesario. Hay estudios que demuestran que el uso de moduladores de la inmunidad es beneficioso para la evolución de la enfermedad. También se pueden utilizan tratamientos específicos, como antibióticos, para las infecciones oportunistas. En caso de que la infección derive en algún tipo de cáncer, se puede recurrir a los quimioterapéuticos, en caso de leucemia/linfoma propiamente dicha.
¿Se puede prevenir?
Sí. De hecho, es lo mejor que podemos hacer por nuestro gato, pues una vez cronificada la infección, el pronóstico no es bueno. La prevención se puede llevar a cabo evitando la transmisión, que puede ser vertical (de la madre a los gatitos) u horizontal (entre gatos).
Los contagios horizontales se producen, sobre todo, entre los gatos que viven en el exterior, porque el contagio se produce por contacto directo, sobre todo a la hora de acicalarse mutuamente, pues el virus está presente en los líquidos corporales, especialmente en la saliva, orina y heces. Por eso, los gatos que viven en el exterior o en colonias no controladas tienen muchas más posibilidades de contactar con un gato enfermo y contagiarse. Hay zonas y países donde la prevalencia es mucho más elevada, y otras donde prácticamente la enfermedad no existe, como Holanda, por ejemplo. Los veterinarios lo sabemos y adecuamos nuestros programas de detección y profilaxis en función del área donde trabajamos, y sobre todo, incidimos en las colonias de gatos.
La buena noticia es que el virus sobrevive muy poco tiempo fuera del cuerpo del gato, no se transmite vía aerosol ni por contacto con superficies. Por este motivo, además de evitar el contacto entre gatos y no dejarlos salir al exterior, habría que añadir un buen programa de desparasitación y profilaxis, así como testar contra este virus en las primeras visitas al veterinario, ya que es un test rápido que se hace en la propia clínica veterinaria.
Aun así, la medida por la que apuestan los veterinarios es vacunar, vacunar y vacunar. Y no sólo contra la leucemia felina, sino también contra el resto de enfermedades víricas o no que afectan a los gatos. La vacuna contra FeLV es muy eficaz y puede aplicarse entre las 8 o 9 semanas de edad, y un refuerzo a las 12 semanas. Posteriormente, y en función del estilo de vida del gato, nuestro veterinario nos recomendará un refuerzo anual o más prolongado en el tiempo.