Al igual que otros animales como topos o zorros, los perros se orientan gracias al campo magnético de la tierra; sin embargo, éstos lo utilizarían para regresar a casa luego de haber recorrido largas distancias.
Así lo dieron a conocer recientes hallazgos científicos, los cuales aseguran que estos animales son capaces de orientarse usando el campo magnético terrestre, para después desplazarse y poder ubicar su destino final.
Como sabemos, los perros cuentan con una impresionante habilidad para encontrar el camino de vuelta a casa gracias a un desarrollado sentido del olfato y memoria visual del paisaje. Pero ahora, a este par de características se le sumaría una antigua herramienta de orientación, aunque novedosa para el conocimiento humano, que habría estado desde siempre a su disposición: el campo magnético de la Tierra.
En este caso, el campo magnético actúa proporcionando un marco general de referencia, el cual resulta imprescindible al momento de emprender largas travesías. Según los expertos, este podría ser el componente más importante que la ciencia jamás tuvo en cuenta en el panorama actual sobre el comportamiento y cognición de los mamíferos.
Para llegar a esta conclusión, los científicos de la Universidad de Carolina del Norte, Estados Unidos, liderados por Catherine Lohmann, utilizaron dispositivos con GPS con el propósito de estudiar cómo los perros se desplazaron a lo largo de sus recorridos.
Durante los experimentos se contó con la participación de perros de caza como los Terrier o Dachshunds (salchichas), entrenados para encontrar presas en bosques de difícil acceso y luego hallar el camino de regreso al punto de partida.
Los resultados revelaron que la mayoría de los caninos volvieron sobre sus pasos hasta el punto de liberación, guiados por su propio olor y complementados por la imagen visual del paisaje. Sin embargo, lo interesante fue que un tercio de los participantes tomó una ruta diferente.
En dichos viajes, la mayoría de los perros comenzaron corriendo por alrededor de 20 metros a lo largo de un eje norte-sur de la Tierra, incluso cuando la dirección de su destino no se alineaba con esa orientación.
Tras varios análisis, Lohmann y su equipo determinaron que dicha corrida, a modo de brújula, les permite averiguar dónde está el norte y el sur magnéticos, y cómo están ubicados con relación a esos puntos, demostrando un rasgo genético desconocido hasta hoy.