No cabe duda de que los perros y los gatos son las mascotas predilectas de la sociedad. Según datos oficiales, más de la mitad de la población mundical (56%) cuida de un animal en casa; mientras que América Latina es la región con mayor cantidad de dueños de canes o felinos, ya que un 80% de su población tiene un ejemplar a su cargo.
Sin embargo, en los últimos años diversas investigaciones han expuesto que los gatos domésticos han contribuido a la disminución de especies endémicas debido a sus instintos de caza. Ahora, un nuevo estudio ha puesto su mira en el apodado “mejor amigo del hombre”.
El impacto ambiental de los perros fue el objeto de un exhaustivo análisis por parte de expertos de la Universidad de Curtin, Australia, quienes revelaron que estos seres también representan una amenaza significativa para la biodiversidad y los ecosistemas de nuestro planeta.
De acuerdo con Bill Bateman, autor principal del trabajo, los canes domésticos generan un impacto ambiental mucho mayor de lo que se piensa, ya que no sólo afectan diectamente a la fauna silvestre, sino que también provocan consecuencias indirectas capaces de alterar el equilibrio natural de los hábitats.
“Incluso cuando están bajo control de sus dueños, los perros pueden perturbar a diversas especies, especialmente a las aves, obligándolas a abandonar sus hábitats. Mientras que sus rastros de olor, orina y desechos pueden seguir afectando el comportamiento de la fauna local, incluso mucho después de que los animales abandonan el área”, se lee en el artículo publicado por la revista Pacific Conservation Biology.
Otro aspecto que se destaca en la nota es el impacto de la industria de alimentos para mascotas, la cual deja una huella significativa en términos de emisiones de carbono, uso de tierras y consumo de agua dulce. Asimismo, producir croquetas requiere de grandes cantidades de recursos naturales, situación que contribuye al cambio climático y la degradación ambiental.
“Aunque hoy día los perros desempeñan un papel importante en la vida de sus familias, urge encontrar un equilibrio entre su tenencia y la protección del medio ambiente”, concluye Bateman.