En estos tiempos tan complicados que vivimos, donde parece que las cosas andan mal, leer historias bonitas siempre nos levanta el ánimo. Y aunque suelen aparecer muchas de ese estilo, también hay otras que nos rompen el corazón –sobre todo si se trata de animales–, como la que les contaremos en esta ocasión, pues un perro nos demuestra que siempre debemos mantener la esperanza.
Hace algunos días, y gracias al internet, se hizo conocido el caso de "Covito", un peludo originario de Nuevo Laredo, Tamaulipas. Resulta que este dogo lleva un buen rato –un mes para ser exactos– afuera del Hospital General Solidaridad del mismo municipio, esperando noticias o a que en cualquier momento su dueño salga por las puertas para regresar a casa juntos. Lamentablemente para él, su compañero murió a causa del nuevo coronavirus.
La historia de Covito conmovió a enfermeras y doctores
De acuerdo con el Diario El Mañana, en vez de volver a su casa, Covito se quedó en las cercanías del hospital, por si en una de esas su dueño aparecía. Pero desde entonces, enfermeras, doctores y demás trabajadores le tomaron cariño, gracias a su extrema docilidad y a que siempre los acompaña a todos lados; por eso decidieron "adoptarlo", y ahora forma parte del personal.
“A nosotros, este perrito nos da mucha felicidad. Siempre que nos ve, nos acompaña del área COVID al Hospital General y se regresa. Siempre nos encamina. Dan las cinco de la mañana y está parado en la Puerta COVID o en la puerta de Urgencias del Hospital General”, mencionó Dulce, intendente de esta área y quien también dice que una de las mejores cosas de su día es ver a Covito meneando la cola y acompañando a todos de una puerta a otra.
Covito ahora es uno más en el hospital
Imagínense cuánto quieren a este perro, que los trabajadores del Hospital General Solidaridad le pusieron una caja de cartón para que el dogo se proteja del frío. Por si no nos quedaba claro que se preocupan por este lomito y están atentos a lo que hace, cuando ven a una persona nueva por los pasillos, lo primero que hace el guardia de seguridad es salir y pedir que no llamen a la perrera, pues forma parte del personal, como todos.
Los trabajadores aseguran que Covito pasa horas frente a las puertas, y de sus ojos resbalan lágrimas cuando ve que salen personas, pero no su dueño. Por ahora, no se sabe qué pasará con este peludo, pero al menos en estos momentos lo están cuidando personas que le dan el amor que merece. A su vez, él también les regala ratos de alegría a todos aquellos que arriesgan su vida para salvar a miles más del COVID-19.