Bien reza la frase “No hay plazo que no se cumpla, ni fecha que no se lllegue”, toda vez que este jueves 24 de agosto el gobierno de Japón comenzará a verter al Océano Pacífico agua contaminada procedente de la central nuclear de Fukushima, en una decisión que ha generado un sinfín de protestas.
Según el primer ministro nipón, Fumio Kishida, se llegó a un acuerdo con Tokyo Electric Power, empresa propietaria de la central, para garantizar la seguridad del proceso y por ello tomaron la decisión de iniciar lo más pronto posible.
Asimismo, los ministerios involucrados sostuvieron una reunión a fin de comprobar el estado de los operativos y obtener el respaldo del Organismo Internacional de Energía Atómica.
Con base en diversos análisis, el agua de Fukushima se compone de líquido contaminado durante el proceso de enfriamiento de los reactores dañados y el combustible fundido a raíz del sonado accidente nuclear acontecido en marzo de 2011, producto de un terremoto y un tsunami, así como de múltiples filtraciones de agua de lluvia dentro de las instalaciones.
Cabe mencionar que todo este tiempo, el agua ha sido almacenada en tanques tras someterse a un exhaustivo procesamiento para eliminar la mayoría de los elementos radioactivos; sin embargo, tanto los recipientes como el espacio de almacenamiento físico poco a poco está llegando a su límite.
Información oficial señala que hasta finales de julio de 2023 había almacenadas unas mil 134 millones de toneladas de agua tratada, cifra que se traduce en un 98% de la capacidad máxima.